¡Salve, Señora,
santa Reina,
Santa Madre de Dios,
María, virgen convertida en templo
y elegida por el santo Padre del cielo,
consagrada por Él
con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Paráclito:
que tuvo y tiene toda la plenitud
de la gracia y todo bien!
¡Salve, palacio de Dios!
¡Salve, tabernáculo de Dios!
¡Salve, casa de Dios!
¡Salve, vestidura de Dios!
¡Salve, esclava del Señor!
¡Salve, Madre de Dios!
¡Salve también a todas vosotras,
santas virtudes,
que por la gracia e iluminación
del Espíritu Santo,
sois infundidas en los corazones de los fieles,
para hacerlos, de infieles,
fieles a Dios!
Paz y bien hermanos.
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