viernes, 31 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"¡Todo pasa! ¡Dios sigue!" (Padre Pío)

NAVIDAD EN BELÉN.


Carta de Navidad del custodio de Tierra Santa, Pierbattista Pizaballa.

La Navidad no puede dejar de inquietarnos: es una fiesta que parece haber perdido su sentido más íntimo y auténtico, y que nos lleva a preguntarnos quién es para nosotros aquel Niño, a ver a Dios en un niño, a creer en un Dios que eligió encerrar toda su grandeza en la pequeñez de nuestra humanidad. Y la Navidad no es sólo Jesús que nace en Belén, donde nació históricamente hace poco más de dos mil años. Navidad es Jesús, Hijo de Dios, que también este año, como cada día de aquella etapa histórica para los hombres de su tiempo y para cada uno de nosotros hoy, nos pide que le hagamos sitio, nos pide nacer en nuestro corazón. Es un tiempo de conversión la Navidad. Es aceptar y responder a las esperanzas de Dios.
Llamados por la fe a disfrutarlo en la gloria, la Navidad viene a fijar nuestra atención en la espera de Dios, su espera infinita para que la humanidad le encuentre un sitio en la historia cotidiana, en la vida de todos los días, en la solidaridad humilde que nos pidió Jesús mismo asegurándonos: Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo, diciéndonos también dónde podemos encontrar sus ojos y sus manos, por dónde caminar juntos y hacia dónde dirigir la mirada en el horizonte por el que volverá: A los pobres les tendréis siempre con vosotros…
No lo dejemos pasar. La Palabra de Dios nos ayuda y guía para conservar la esperanza mientras esperamos que venga el Señor de la gloria.
El Niño Jesús nos libra del miedo de estar en el transcurso cotidiano de la historia, de la soledad de quien no sabe regalar a los demás, y nos reúne en un movimiento coral donde nos descubrimos trasladados por el amor y capaces, por la gracia, de llevar este trocito de historia, único y precioso, que el Señor ha puesto entre nuestras manos.
Que la Navidad sea para todos esta conversión de nuestra mirada, darnos cuenta de que el reino avanza, está presente; que yo, nosotros, todos, juntos, podamos hacerlo presente. Todos y cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de aceptar la propuesta de Aquél que nos ha creado y que renueva en nosotros cada día la sed de ser felices.
No dejemos que pase en vano. Respondamos a la esperanza de Dios, que se ha hecho Niño para que pudiésemos ir hacia Él como si necesitara de nosotros. Porque el corazón de nuestra esperanza está en saber que Dios nos espera, pacientemente, desde hace mucho tiempo.
Acogidos por su esperanza, vueltos a nacer por su perdón y su gracia, hombres de la misericordia y de la reconciliación, de la libertad y de la justicia, seremos entonces capaces de escuchar –entre el rumor de nuestra confusa realidad- el anuncio de los Ángeles: Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Feliz Navidad.

Paz y bien hermanos.



jueves, 30 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"Los años han pasado sin que nos preguntáramos
  cómo los hemos empleado". (Padre Pío)

SAN FRANCISCO DE ASÍS Y LA TRADICIÓN DE PONER EL BELÉN

La tradición de poner el Belén se remonta al año 1223, en unaNavidad de la villa italiana de Greccio.
En esta localidad, San Francisco de Asís que siempre había sentido un amor especial por la Navidad recibió esta inspiración del Señor.
Se acercaba Nochebuena y decidió representar la humildad del pesebre tal como sucedió en Belén, ¡hasta con un burrito y un buey en una pobre gruta en medio de un bosque!. Y así lo hizo, cuando de pronto, en la noche de Navidad, la gente del pueblo se acercó con antorchas encendidas a la gruta que Francisco y sus amigos habían preparado.
Cuál no sería la maravilla de todos los presentes cuando, según dice la tradición, sucedió un milagro: el Niño Jesús quiso estar de cuerpo presente en medio de ellos. Todos los asistentes pudieron alabar al recién nacido en ese pobre pesebre, mientras los ángeles entonaban alabanzas y cantos: tal como sucedió en Belén. El milagro se había producido ante la vista de todos, y desde entonces la fama de los "Nacimientos" y su costumbre se extendió por todo el mundo.
Desde aquel día, se celebra Nochebuena, imitando la inspiración de San Francisco de Asís, en torno a un humilde pesebre que recibe al Hijo de Dios. El Papa Juan Pablo II, en 1.986, a petición de las asociaciones belenistas de todo el mundo, proclamó a San Francisco de Asís Patrón Universal del Belenismo.

Paz y bien hermanos.





miércoles, 29 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"Vivimos como si un día Dios no tuviera que pedirnos
  cuenta de nuestras obras". (Padre Pío)

LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO.

Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».

Reflexión:
Hoy, el Niño Jesús es presentado al Templo por sus padres para cumplir con la antigua Ley: «Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: ‘Todo varón primogénito será consagrado al Señor’».
Hoy, se eclipsa la vieja profecía para dejar paso a la nueva: Aquel, a quien el Rey David había anunciado al entonar sus salmos mesiánicos, ¡ha entrado por fin en el Templo de Dios!
Hoy es el gran día en que aquel que San Lucas llama Simeón pronto abandonará este mundo de oscuridad para entrar en la visión de la Luz eterna: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos».
También nosotros, que somos el Santuario de Dios en el que su Espíritu habita, debemos estar atentos a recibir a Jesús en nuestro interior. Si hoy tenemos la dicha de comulgar, pidamos a María, la Madre de Dios, que interceda por nosotros ante su Hijo: que muera el hombre viejo y que el nuevo hombre nazca en todo nuestro ser, a fin de convertirnos en los nuevos profetas, los que anuncien al mundo entero la presencia de Dios tres veces santo, ¡Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Paz y bien hermanos.

martes, 28 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"Pobreza, humildad, bajeza,  desprecio,
  rodean al Verbo hecho carne". (Padre Pío)

LOS SANTOS INOCENTES, MÁRTIRES


Después que los magos se retiraron, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».

Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen».

Reflexión:
Hoy celebramos la fiesta de los Santos Inocentes, mártires. Metidos en las celebraciones de Navidad, no podemos ignorar el mensaje que la liturgia nos quiere transmitir. En primer lugar, la predisposición de san José en el designio salvador de Dios, aceptando su voluntad. Y, a la vez, el mal, la injusticia que frecuentemente encontramos en nuestra vida,en este caso en la muerte de los niños Inocentes. Todo ello nos pide una actitud y una respuesta personal y social.
San José nos ofrece un testimonio bien claro de respuesta decidida ante la llamada de Dios. En él nos sentimos identificados cuando hemos de tomar decisiones en los momentos difíciles de nuestra vida y desde nuestra fe: «Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto».
Nuestra fe en Dios implica a nuestra vida. Hace que nos levantemos, es decir, nos hace estar atentos a las cosas que pasan a nuestro alrededor, porque —frecuentemente— es el lugar donde Dios habla. Nos hace tomar al Niño con su madre, es decir, Dios se nos hace cercano, compañero de camino, reforzando nuestra fe, esperanza y caridad. Y nos hace salir de noche hacia Egipto, es decir, nos invita a no tener miedo ante nuestra propia vida, que con frecuencia se llena de noches difíciles de iluminar.
Estos niños mártires, hoy, también tienen nombres concretos en niños, jóvenes, parejas, personas mayores, inmigrantes, enfermos... que piden la respuesta de nuestra caridad.
Paz y bien hermanos.

lunes, 27 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"Jesús desde su nacimiento nos indica nuestra misión,
  que es la de despreciar lo que el mundo ama y busca"
  (Padre Pío)

¿POR QUÉ ESTABAN EL ASNO Y EL BUEY EN LA GRUTA?

Mientras José y María estaban de viaje hacia Belén, un ángel reunió a todos los animales para escoger los más aptos para ayudar a la Sagrada Familia en el establo.
El primero en presentarse fue el león, naturalmente:"Sólo un rey es digno de servir al Rey del mundo,-rugió-. Me colocaré a la entrada y despedazaré a todos los que intenten acercarse al Niño". "Eres demasiado violento", dijo el ángel.
Inmediatamente después se acercó la zorra. Con aire astuto e inocente insinuó:"Yo soy el animal más apto. Para el Hijo de Dios robaré todas las mañanas la mejor miel y la leche más olorosa. Llevaré a María y a José todos los días un hermoso pollo".
"Eres demasiado inmoral", dijo el ángel.
Arrogante y esplendoroso llegó el pavo real. Desplegó su magnífica cola del color del arco iris:"Yo transformaré aquel pobre establo en una mansión regia más bella que el palacio de Salomón".
"Eres demasiado vanidoso", dijo el ángel.
Uno tras otro, desfilaron muchos animales, cada uno magnificando su servicio. Todo fue inútil. El ángel no lograba encontrar uno que cuadrase. Pero vio que el asno y el buey continuaban trabajando, con la cabeza baja, en el campo de un agricultor, en las cercanías de la gruta.
El ángel los llamó:"¿Vosotros no tenéis nada que ofrecer?".
"Nada", respondió el asno, y agachó tristemente las largas orejas.
Nosotros no hemos aprendido nada fuera de la humildad y la paciencia. Todo lo demás significa sólo una añadidura de palos".
El buey, tímidamente, sin alzar los ojos, dijo:"Pero podríamos de tanto en tanto espantar las moscas con nuestros rabos".
El ángel finalmente sonrió:"Vosotros sois los elegidos".

Paz y bien hermanos.




domingo, 26 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"Jesús ha descendido del cielo para nuestra salvación
   y para hacernos conocer al Padre". (Padre Pío)

¡HA NACIDO LA LUZ, HA NACIDO LA ESPERANZA!

¡Despierta, hombre! ¡Recuerda tu dignidad! Antes de todo,
definiendo de raiz quién eres, está el amor de Dios por ti.
Por ti Dios se ha hecho hombre. Y así ha llegado la luz. Es una luz especial, porque no resbala por la superficie, sino que llega a lo profundo de la existencia. Seguirá habiendo en tu mundo tinieblas, callejones de los que no hallas bien la salida, dudas sobre el camino que emprender; seguirá habiendo la oscuridad tuya de cada día. Pero esta luz alumbrará la hondura. Te permitirá ver siempre el origen de donde vienes. Te aclarará que todo lo que eres, lo que tienes y haces toma principio en el amor de Dios por ti. Y así, al remontarse a tu principio más profundo, la luz abrirá también tu futuro. Inundará de claridad los ojos de la esperanza.
Paz y bien hermanos.

sábado, 25 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"El dulcísimo Niño Jesús os dé todas las gracias, 
  todas las bendiciones y todas sus sonrisas".
  (Padre Pío)  

LA PALABRA SE HIZO CARNE Y PUSO SU MORADA ENTRE NOSOTROS

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.

Reflexión:
Hoy, con la sencillez de niños, consideramos el gran misterio de nuestra fe. El nacimiento de Jesús señala la llegada de la "plenitud de los tiempos". Desde el pecado de nuestros primeros padres, el linaje humano de había apartado del Creador. Pero Dios, compadecido de nuestra triste situación, envió a su Hijo eterno, nacido de la Virgen María, para rescatarnos de la esclavitud del pecado.

El apóstol Juan lo explica usando expresiones de gran profundidad teológica: «En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios». Juan llama "Palabra" al Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Y añade: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros».Esto es lo que celebramos hoy, por eso hacemos fiesta. Maravillados, contemplamos a Jesús acabado de nacer. Es un recién nacido… y, a la vez, Dios omnipotente; sin dejar de ser Dios, ahora es también uno de nosotros.
Ha venido a la tierra para devolvernos la condición de hijos de Dios. Pero es necesario que cada uno acoja en su interior la salvación que Él nos ofrece. Tal como explica san Juan, «a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios». ¡Hijos de Dios! Quedamos admirados ante este misterio inefable: «El Hijo de Dios se ha hecho hijo del hombre para hacer a los hombres hijos de Dios».
Acojamos a Jesús, busquémosle: solamente en Él encontraremos la salvación, la verdadera solución para nuestros problemas; sólo Él da el sentido último de la vida y de las contrariedades y del dolor. Por esto, hoy os propongo: leamos el Evangelio, meditémoslo; procuremos vivir verdaderamente de acuerdo con la enseñanza de Jesús, el Hijo de Dios que ha venido a nosotros. Y entonces veremos cómo será verdad que, entre todos, haremos un mundo mejor.

Paz y bien hermanos.







jueves, 23 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"El Niño Jesús sea la estrella que te guíe através
  del desierto de esta vida". (Padre Pío)

TODOS SOMOS PARTE DE UN GRAN ACONTECIMIENTO

Hace mucho tiempo, en una aldea perdida había un taller de un carpintero. Un día, en ausencia del amo, todos sus utensilios de trabajo tubieron una gran asamblea. La sesión fue larga y animada, aveces vehemente.Se trataba de excluir de la honrada comunidad de los utensilios cierto número de socios.
Uno de ellos tomó la palabra: "Debemos expulsar a nuestra hermana Sierra, porque muerde y hace rechinar los dientes. Tiene el caracter más mordaz de la tierra".
Intervino otro: "No podemos tener entre nosotros a nuestro hermano Cepillo: tiene un caracter cortante y pijotero y despelleja todo lo que toca".
Otro protestó:"El hermano Martillo tiene un caracter pesadísimo y violento. Lo definiría como un pegador nato. Su modo de batir continuamente es irritante y enerva a cualquiera. ¡Excluyámoslo!".
"¿Y los Clavos? ¿Se puede vivir con gente tan punzante? ¡Que se vayan! Y lo mismo la Lima y la Esacofina. Vivir con ellos es una tribulación continuada. Echemos también al Papel de Lija, cuya única razón de ser parece la de arañar al prójimo".
Así discutían los aperos del carpintero, cada vez con mayor behemencia. Hablaban todos a la vez. El martillo quería expulsar a la lima y al cepillo; estos exigían a su vez la expulsión de los clavos y del martillo, y así sucesivamente. Al final de la sesión todos habían expulsado a todos.
La reunión fue interrumpida bruscamente con la llegada del carpintero. Todos los utensilios callaron cuando lo vieron acercarse al banco de trabajo. El hombre tomó una tabla de madera y la serró con la sierra mordaz. La cepilló con el cepillo que despelleja todo lo que toca. Inmediatamente después entraron en acción la hermana azuela que hiere cruelmente, la hermana escofina de lengua áspera, la hermana lija que raspa y araña. Después el carpintero tomó los hermanos clavos de caracter pungitivo y el martillo que golpea y bate. Se sirvió de todos sus aperos de mal caracter para fabricar una cuna. Una bellísima cuna para acoger a un niño a punto de nacer. Para acoger la vida.

Paz y bien hermanos.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"Quita de tu imaginación lo que pueda turbarte".
  (Padre Pío)

ENGRANDECE MI ALMA AL SEÑOR

En aquel tiempo, dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como había anunciado a nuestros padres— en favor de Abraham y de su linaje por los siglos».María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa.
Reflexión
Las palabras de María nos traen reminiscencias de otros cantos bíblicos que Ella conocía muy bien y que había recitado y contemplado en tantas ocasiones. Pero ahora, en sus labios, aquellas mismas palabras tienen un sentido mucho más profundo: el espíritu de la Madre de Dios se transparenta tras ellas y nos muestran la pureza de su corazón.

María se ha beneficiado de la gracia más extraordinaria que nunca ninguna otra mujer ha recibido y recibirá: ha sido elegida por Dios, entre todas las mujeres de la historia, para ser la Madre de aquel Mesías Redentor que la Humanidad estaba esperando desde hacía siglos. Es el honor más alto nunca concedido a una persona humana, y Ella lo recibe con una total sencillez y humildad, dándose cuenta de que todo es gracia, regalo, y que Ella es nada ante la inmensidad del poder y de la grandeza de Dios, que ha obrado maravillas en Ella. Una gran lección de humildad para todos nosotros, hijos de Adán y herederos de una naturaleza humana marcada profundamente por aquel pecado original del que, día tras día, arrastramos las consecuencias.
Estamos llegando ya al final del tiempo de Adviento, un tiempo de conversión y de purificación. Hoy es María quien nos enseña el mejor camino. Meditar la oración de nuestra Madre —queriendo hacerla nuestra— nos ayudará a ser más humildes. María nos ayudará si se lo pedimos con confianza.

Paz y bien hermanos.



martes, 21 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"Buenas obras, más que santos deseos". (Padre Pío)

BENDITA TÚ ENTRE LAS MUJERES


 En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»

Reflexión
Gozo en el alma y en el rostro de Isabel, y en el niño que salta de alegría dentro de sus entrañas. Las palabras de la prima de María traspasarán los tiempos: "¡Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!".
El rezo del Rosario, como fuente de gozo, es una de las nuevas perspectivas descubiertas por Juan Pablo II en su Carta apostólica sobre El Rosario de la Virgen María.

La alegría es inseparable de la fe. «¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?». La alegría de Dios y de María se ha esparcido por todo el mundo. Para darle paso, basta con abrirse por la fe a la acción constante de Dios en nuestra vida, y recorrer camino con el Niño, con Aquella que ha creído, y de la mano enamorada y fuerte de san José. Por los caminos de la tierra, por el asfalto o por los adoquines o terrenos fangosos, un cristiano lleva consigo, siempre, dos dimensiones de la fe: la unión con Dios y el servicio a los otros. Todo bien aunado: con una unidad de vida que impida que haya una solución de continuidad entre una cosa y otra.

Paz y bien hermanos.

domingo, 19 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"Dios convierte en premio eterno las penas transitorias
  de la vida". (Padre Pío)

NO TEMAS RECIBIR A MARÍA

Texto del Evangelio del  4º domingo de Adviento
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.

Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

Reflexión
San José, con su trabajo, con su compromiso en su entorno familiar y social se ganó el “Corazón” del Creador, considerándolo como hombre de confianza en la colaboración en la Redención humana por medio de su Hijo hecho hombre como nosotros.

Aprendamos, pues, de san José su fidelidad y su buen cumplimiento durante el resto de su vida, unida a Jesús y a María.
Lo hacemos patrón e intercesor para todos los padres, biológicos o no, que en este mundo han de ayudar a sus hijos a dar una respuesta semejante a la de él. Lo hacemos patrón de la Iglesia, como entidad ligada, estrechamente, a su Hijo, y continuamos oyendo las palabras de María cuando encuentra al Niño Jesús que se había “perdido” en el Templo: «Tu padre y yo...».
Con María, por tanto, Madre nuestra, encontramos a José como padre. Santa Teresa de Jesús dejó escrito: «Tomé por abogado y señor al glorioso san José, y encomendéme mucho a él (...). No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer».
Especialmente padre para aquellos que hemos oído la llamada del Señor a ocupar, por el ministerio sacerdotal, el lugar que nos cede Jesucristo para sacar adelante su Iglesia. —¡San José glorioso!: protege a nuestras familias, protege a nuestras comunidades; protege a todos aquellos que oyen la llamada a la vocación sacerdotal... y que haya muchos.

Paz y bien hermanos.

viernes, 17 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"El corazón bueno se consuela sacrificándose por Dios
  y por el prójimo". (Padre Pío)

ELLA ESPERABA A DIOS

Una anciana señora pasaba en piadosa oración muchas oras de su jornada. Un día oyó la voz de Dios que le decía:"Hoy iré a visitarte". Figuraos la alegría y el orgullo de la anciana. Comenzó a limpiar y a dar brillo a los suelos, a amasar y hornear dulces.
Después se puso el vestido más bonito y se dispuso a esperar la llegada de Dios.
Al cabo de un rato, alguien llamó a la puerta. La anciana corrió a abrir. Pero sólo era su vecina, que le pedía prestado un puñado de sal. La anciana la mandó con cajas destempladas:"Por amor de Dios, vete inmediatamente, no tengo tiempo para estas estupideces. Estoy esperando a Dios, en mi casa. ¡Fuera, fuera!". Y dio con la puerta en las narices a la vecina.
Otro rato después volvieron a llamar a la puerta. La anciana se miró al espejo, se dió unos retoques y corrió a abrir. Pero, ¿quién era?Un muchacho con una cazadora demasiado ancha que vendía botones y pastillas de jabón a cuatro perras. La anciana explotó: "Estoy esperando al buen Dios. No tengo tiempo. Vuelve en otro momento". Y cerró la puerta en las narices del pobre muchacho.
Poco después llamaron otra vez a la puerta. La anciana abrió y se topó con un viejo harapiento y en condiciones físicas deplorables.
"Por favor, buena mujer, un pedazo de pan, aunque sea duro. ¿Podría dejarme descansar un poco aquí en las escaleras de su casa?", imploró el pobre.
"¡Eso sí que no! Déjeme en paz. Estoy esperando a Dios. Y váyase lejos de estas escaleras", dijo la anciana enfadada. El pobre se marchó cojeando y la anciana se dispuso de nuevo a esperar a Dios.
Pasó todo el día, una hora tras otra. Llegó la noche y Dios no se había dejado ver. La anciana estaba profundamente desilusionada. Al final se decidió a irse a la cama. En contra de su costumbre, se durmió enseguida y comenzó a soñar.
Se le apareció en sueños el buen Dios, que le dijo: "Hoy, por tres veces he venido a visitarte, y por tres veces no me has recibido".
Jesús continúa viniendo aquí abajo; a veces, es dificil descubrirlo.

Paz y bien hermanos.

jueves, 16 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"Ánimo, no temas las iras oscuras de Lucifer".
  (Padre Pío)

¿QUÉ SALÍSTEIS A VER EN EL DESIERTO?



(Lc 7,24-30)
Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, Jesús se puso a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten magníficamente y viven con molicie están en los palacios. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. Éste es de quien está escrito: ‘He aquí que envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino’. Os digo: Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él».

Todo el pueblo que le escuchó, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, haciéndose bautizar con el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los legistas, al no aceptar el bautismo de él, frustraron el plan de Dios sobre ellos.
Reflexión:
Hoy, por tres veces, Jesucristo nos pregunta: «¿Qué salisteis a ver en el desierto?»; «¿Qué salisteis a ver, si no?»; «Entonces, ¿qué salisteis a ver?»

Hoy parece como si Jesús quisiera deshacer de nosotros el afán por la curiosidad estéril, la suficiencia de los fariseos y maestros de la Ley que menospreciaban el plan de Dios sobre ellos, rechazando la llamada de Juan. “Saber de Dios” solamente no salva; hay que conocerlo, amarlo y seguirlo; es necesaria una respuesta desde dentro, sincera, humilde, agradecida.
«Reconocieron la justicia de Dios, haciéndose bautizar con el bautismo de Juan», viene ahora la salvación. Como predicaba san Juan Crisóstomo, ahora viene no el tiempo de ser examinados, sino el tiempo del perdón. Hoy y ahora es el momento, Dios está cerca, cada vez más cerca de nosotros, porque es bueno, porque es justo y nos conoce a fondo, y por eso lleno de amor que perdona; porque espera cada tarde nuestro retorno de hijos hacia el hogar, para abrazarnos.
Y nos regala su perdón y su presencia; rompe toda distancia con nosotros; llama a nuestra puerta. Humilde, paciente, ahora llama a tu corazón: en tu desierto, en tu soledad, en tu fracaso, en tu incapacidad, quiere que veas su amor.
Hemos de salir de nuestras comodidades y lujos para enfrentarnos con la realidad tal como es: distraídos por el consumo y el egoísmo, hemos olvidado qué espera Dios de nosotros. Desea nuestro amor, nos quiere para Él. Nos quiere verdaderamente pobres y sencillos, para podernos dar noticia de lo que, a pesar de todo, todavía esperamos: —Estoy contigo, no tengas miedo, confía en mí.
Entrando en nuestro interior, digamos ahora con voz reposada:
—Señor, tú que conoces cómo soy y me aceptas, ábreme el corazón en tu presencia; quiero aceptar tu amor, quiero acogerte ahora que vienes, en el silencio y en la paz.

Paz y bien hermanos.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"No te complazcas del bien que descubres en ti.
  ¡Todo viene de Dios! (Padre Pío)

¿TENEMOS QUE ESPERAR A OTRO?

Nos hemos ilusionado muchas veces, y muchas fue en falso. Perseguimos un deseo que parecía hiba a darnos la felicidad -era un trabajo de ensueño, una casa nueva, un premio insospechado-.
Todo sin embargo nos ha ido defraudando y nos ha dicho: no es esto, no es esto. Y la esperanza tozuda reemprende el camino, se empeña en esperar...
¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro? La desolación de Juan el Bautista en la cárcel, nos enseña a distinguir la esperanza falsa de la verdadera, aquella que no defrauda.
Hay esperanzas de brote y esperanzas de fruto. Las primeras son mensajeras de novedad. Ha nacido una nueva flor, un pequeño milagro en el desierto. Hay una epifanía de luz, de frescura, que nos anima a emprender de nuevo el camino. Se ha prendido la chispa de la ilusión.
Pero esta no es la esperanza definitiva. Puede ser flor de un día que luego no lleve fruto sabroso. Toda esperanza comienza siendo brote; sólo la verdadera es capaz de convertirse en fruto. He aquí porqué la paciencia es un ingrediente necesario de la esperanza.
"¿Tenemos que esperar a otro?" preguntan los discípulos de Juan a Jesús. "Yo soy el Señor, no hay otro". El pueblo de Israel sufría en aquel momento una gran crisis. Desterrado, debía aprender a descubrir en su Dios al Dios Creador, al Dios que está por encima de todos los dioses, que sigue siendo Dios aunque su templo y su bandera hayan sido vejados.
La esperanza del fruto nace entonces, al grito de "no hay otro". Lo aprende también la embajada del Bautista. La esperanza de Jesús nace en la pobreza de quienes se saben ciegos y dejan que la luz les alumbre por dentro. Por eso responde el Maestro: los pobres son evangelizados.
No hay que esperar a otro, pero sí hay que seguir esperándolo a Él, aguardando a que entre en ti y te vaya haciendo crecer hacia Sí. Esta es la esperanza que no defrauda, pues Dios ha derramado su amor en nuestros corazones para hacerse nuestro amigo, y es de los amigos de quien más se espera.

Paz y bien hermanos.

martes, 14 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"La paz es el preludio del gozo eterno". (Padre Pío)

SAN JUAN DE LA CRUZ


Su verdadero nombre era Juan de Yepes y nació el 24 de junio de 1542 en Fontiveros, pequeño pueblo abulense perteneciente a Castilla y León, una comunidad autónoma de España.

Murió su padre cuando Juan tenía seis años; a los nueve años, se trasladó con su madre al abulense pueblo de Medina del Campo, en donde a los 17 años, ingresa en un colegio de jesuitas para estudiar humanidades.
El año 1563 toma los hábitos de la orden religiosa Carmelita, adoptando el nuevo nombre de fray Juan de san Matías; al año siguiente se traslada a Salamanca para cursar estudios de teología en su célebre universidad. En el año 1567 es ordenado sacerdote, y adopta el nuevo y definitivo nombre de Juan de la Cruz. Su ilustre paisana de Ávila, Teresa de Jesús, trabó gran amistad con él y le integró en el movimiento de la reforma carmelita que ella había iniciado.
En 1568 Juan de la Cruz fundó el primer convento de Carmelitas Descalzos, los cuales practicaban a ultranza la contemplación y la austeridad. Unos años después, 1577, sus intentos reformistas de las órdenes monásticas, le llevaron a sufrir 9 meses de dura prisión en un convento de Toledo, acusado de apóstata. De su cautiverio en aquella cárcel-convento de Toledo, nace la composición de su obra cumbre: "Cántico espiritual". En otras poesías se puede llegar a entrever en lenguaje subliminal, el relato que hace de su astuta y sorprendente huida en la madrugada del 15 de agosto de 1578, estando la fortaleza sobre un peligroso acantilado sobre el Tajo profundo que ciñe a Toledo.
Para huir de la prisión conventual toledana, contó con las influencias que ejerció su paisana Teresa de Jesús, ante la duquesa de Alba. Con su huida dio en refugiarse en un convento de Jaén y continuó con la reforma carmelitana, fundando varios conventos por Andalucía. En esta región llegó a ser nombrado Vicario Provincial de la orden de Carmelitas Descalzos; pero el buen Juan siguió con su obstinación de la reforma, lo que le llevó a enfrentamientos con la jerarquía religiosa y a sufrir nueva prisión en el convento de la Peñuela, en plena Sierra Morena, en donde culminó la escritura de sus principales obras literarias.
Cuando por fin es excarcelado y se dispone a cumplir con el traslado que se le impone a América, el 14 de diciembre de 1591, muere a la edad de 49 años.135 años después, es elevado a la categoría de santo, por la iglesia católica.
Sus obras en verso, además del "Cántico", son: "Noche oscura"; "Llama de amor viva"; y un conjunto de poemas menores entre los que destaca "El pastorcico".

Paz y bien hermanos.

lunes, 13 de diciembre de 2010

SANTA LUCÍA

Santa Lucía,nació en Siracusa, Secilia (Italia), de padres nobles y ricos y fue educada en la fe cristiana. Perdió a su padre durante la infancia y se consagró a Dios siendo muy joven. Sin embargo, mantuvo en secreto su voto de virginidad, de suerte que su madre, que se llamaba Eutiquia, la exhortó a contraer matrimonio con un joven pagano. Lucía persuadió a su madre de que fuese a Catania a orar ante la tumba de Santa Agata para obtener la curación de unas hemorragias. Ella misma acompañó a su madre, y Dios escuchó sus oraciones. Entonces, la santa dijo a su madre que deseaba consagrarse a Dios y repartir su fortuna entre los pobres. Llena de gratitud por el favor del cielo, Eutiquia le dio permiso. El pretendiente de Lucía se indignó profundamente y delató a la joven como cristiana ante el pro-consul Pascasio. La persecución de Diocleciano estaba entonces en todo su furor. El juez la presionó cuanto pudo para convencerla a que apostatara de la fe cristiana. Ella le respondió: "Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor a mi Señor Jesucristo".

El juez le preguntó: "Y si la sometemos a torturas, ¿será capaz de resistir?".
La jovencita respondió: "Sí, porque los que creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da fuerza, inteligencia y valor".
El juez entonces la amenazó con llevarla a una casa de prostitución para someterla a la fuerza a la ignominia. Ella le respondió: "El cuerpo queda contaminado solamente si el alma es consciente".
No pudieron llevar a cabo la sentencia pues Dios impidió que los guardias pudiesen mover a la joven del sitio en que se hallaba. Entonces, los guardias trataron de quemarla en la hoguera, pero también fracasaron. Finalmente, la decapitaron. Pero aún con la garganta cortada, la joven siguió exhortando a los fieles para que antepusieran los deberes con Dios a los de las criaturas, hasta cuando los compañeros de fe, que estaban a su alrededor, sellaron su conmovedor testimonio con la palabra "amén".
Aunque no se puede verificar la historicidad de las diversas versiones griegas y latinas de las actas de Santa Lucía, está fuera de duda que, desde antiguo, se tributaba culto a la santa de Siracusa. En el siglo VI, se le veneraba ya también en Roma entre las vírgenes y mártires más ilustres. En la Edad Media se invocaba a la santa contra las enfermedades de los ojos, probablemente porque su nombre está relacionado con la luz. Ello dio origen a varias leyendas, como la de que el tirano mandó a los guardias que le sacaran los ojos y ella recobró la vista. Cuando ya muchos decían que Santa Lucia es pura leyenda, se probó su historicidad con el descubrimiento, en 1894, de la inscripción sepulcral con su nombre en las catacumbas de Siracusa. Su fama puede haber sido motivo para embelezar su historia pero no cabe duda de que la santa vivió en el siglo IV. El nombre de Lucía significa "luz".

ORACIÓN A SANTA LUCÍA
¡Oh bienabenturada y amable virgen santa Lucía,
universalmente reconocída por el pueblo cristiano,
como especial y poderosa abogada de la vista,
llenos de confianza a tí acudimos;
pidiéndote la gracia de que la nuestra se mantenga sana,
y le demos el uso para la salvación de nuestra alma,
sin turbar jamás nuestra mente en espectáculos peligrosos.
Y que todo lo que ellos vean se convierta en saludable
y valioso motivo de amar cada día más a Nuestro Creador
y Redentor Jesucristo, a quien por tu intercesión,
oh protectora nuestra; esperamos ver y amar
eternamente en la patria celestial. Amén.

Paz y bien hermanos

sábado, 11 de diciembre de 2010

VIRGEN DE GUADALUPE

Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a clase de catecismo y a la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó que le llamaban de arriba del cerro diciendo: "Juanito, Juan Dieguito".

Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?... sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive; del Creador cabe quien está todo; Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa pues yo soy vuestra piadosa madre; a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen; oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores.
Y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo, que aquí en el llano me edifique un templo: le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado y lo que has oído... Hijo mío el más pequeño; anda y pon todo tu esfuerzo"
Él se arrodilló y le dijo: "Señora mía, ya voy a cumplir tu mandado; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo". Y se fue de prisa a la ciudad y camino al Palacio del Obispo, que era Fray Juan de Zumárraga, religioso franciscano.
Cuando el Obispo oyó lo que le decía el indiecito Juan Diego, no le creyó. Solamente le dijo: "Otro vez vendrás, hijo mío y te oiré más despacio, lo veré muy desde el principio y pensaré en la voluntad y deseo con que has venido".
Juan Diego se volvió muy triste porque no había logrado que se realizara su mensaje. Se fue derecho a la cumbre del cerro y encontró allí a la Señora del Cielo que le estaba aguardando. Al verla se arrodilló delante de Ella y le dijo: "Señora, la más pequeñas de mis hijas, Niña mía, fui a donde me enviaste a cumplir tu mandado; aunque con dificultad entré a done es el asiento del prelado; le vi y expuse tu mensaje, así como me advertiste; me recibió benignamente y me oyó con atención; pero en cuanto me respondió, pareció que no la tuvo por cierto... Comprendí perfectamente en la manera que me respondió, que piensa que es quizás invención mía que Tú quieres que aquí te hagan un templo y que acaso no es de orden tuya; por lo cual, te ruego encarecidamente, Señora y Niña mía, que a alguno de los principales, conocido, respetado y estimado le encargues que lleve tu mensaje para que le crean porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda, y Tú, Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no paro."
Ella le respondió: "Oye, hijo mío el más pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tú mismo solicites y ayudes y que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el más pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al obispo. Dale parte en mi nombre y hazle saber por enero mi voluntad, que tiene que poner por obra el templo que le pido."
Pero al día siguiente el obispo tampoco le creyó a Juan Diego y le dijo que era necesaria alguna señal maravillosa para creer que era cierto que lo enviaba la misma Señora del Cielo. Y lo despidió.
El lunes, Juan Diego no volvió al sitio donde se le aparecía nuestra Señora porque su tío Bernardino se puso muy grave y le rogó que fuera a la capital y le llevara un sacerdote para confesarse. Él dio la vuelta por otro lado del Tepeyac para que no lo detuviera la Señora del Cielo, y así poder llegar más pronto a la capital. Mas Ella le salió al encuentro en el camino por donde iba y le dijo: “Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige, no se turbe tu corazón, no temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella: está seguro que ya sanó... Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre del cerrillo, allí donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas, júntalas, recógelas; en seguida baja y tráelas a mi presencia.”
Juan Diego subió a la cumbre del cerro y se asombró muchísimo al ver tantas y exquisitas rosas de Castilla, siendo aquel un tiempo de mucho hielo en el que no aparece rosa alguna por allí, y menos en esos pedregales. Llenó su poncho o larga ruana blanca con todas aquellas bellísimas rosas y se presentó a la Señora del Cielo.
Ella le dijo: “Hijo mío el más pequeño, esta diversidad de rosas es la prueba y señal que llevarás al obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla: Tú eres mi embajador, muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás bien todo; dirás que te mandé subir a la cumbre del cerrillo que fueras a cortar flores; y todo lo que viste y admiraste; para que puedas inducir al prelado a que te dé su ayuda, con objeto de que se haga y erija el templo que he pedido.”
Juan Diego se puso en camino, ya contento y seguro de salir bien. Al llegar a la presencia del Obispo le dijo: “Señor, hice lo que me ordenaste, que fuera a decir a mi Ama, la Señora del Cielo, Santa María, preciosa Madre de Dios, que pedías una señal para poder creerme que le has de hacer el templo donde ella te pide que lo erijas; y además le dije que yo te había dado mi palabra de traerte alguna señal y prueba, que me encargaste, de su voluntad.
Condescendió a tu recado y acogió benignamente lo que pides, alguna señal y prueba para que se cumpla su voluntad. Hoy muy temprano me mandó que otra vez viniera a verte; le pedí la señal para que me creyeras, según me había dicho que me la daría; y al punto lo cumplió: me despachó a la cumbre del cerrillo, donde antes yo la viera, a que fuese a cortar varias rosas de Castilla (...). Ella me dijo por qué te las había de entregar; y así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides y cumplas su voluntad; y también para que aparezca la verdad de mi palabra y de mi mensaje. He las aquí: recíbelas”.
Desenvolvió luego su blanca manta, y así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la Virgen María, Madre de Dios, tal cual se venera hoy en el templo de Guadalupe en Tepeyac. Luego que la vieron, el Obispo y todos los que allí estaban, se arrodillaron llenos de admiración. El prelado desató del cuello de Juan Diego la manta en que se dibujó y apareció la Señora del Cielo y la llevó con gran devoción al altar de su capilla. Con lágrimas de tristeza oró y pidió perdón por no haber aceptado antes el mandato de la Virgen.
La ciudad entera se conmovió, y venían a ver y admirar la devota imagen y a hacerle oración; y le pusieron por nombre la Virgen de Guadalupe, según el deseo de Nuestra Señora. Juan Diego pidió permiso para ir a ver a su tío Bernardino, que estaba muy grave. El Obispo le envió un grupo de personas para acompañarlo. Al llegar vieron a su tío estaba muy contento y que nada le dolía. Y vinieron a saber que había quedado instantáneamente curado en el momento en que la Santísima Virgen dijo a Juan Diego: "No te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella: está seguro de que ya sanó".
El Obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Señora del Cielo. La ciudad entera desfilaba para admirar y venerar la Sagrada Imagen, maravillados todos de que hubiera aparecido por milagro divino; porque ninguna persona de este mundo pintó su preciosa imagen.



Oración a Nuestra Señora de Guadalupe
Patrona de México y Emperatriz de las Américas

"Madre Santísima de Guadalupe. Madre de Jesús,
condúcenos hacia tu Divino Hijo por el camino del Evangelio,
para que nuestra vida sea el cumplimiento generoso
de la voluntad de Dios
Condúcenos a Jesús,
que se nos manifiesta y se nos da en la Palabra revelada
y en el Pan de la Eucaristía
Danos una fe firme,
una esperanza sobrenatural
una caridad ardiente
y una fidelidad viva
a nuestra vocación de bautizados.
ayúdanos a ser agradecidos a Dios,
exigentes con nosotros mismos y llenos de amor
para con nuestros hermanos.
Amén"

Paz y bien hermanos.

viernes, 10 de diciembre de 2010

HEMOS TOCADO LA FLAUTA

"Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos cantado lamentaciones y no habéis llorado". (Mt 11,17)
Ocurre que Dios, lleno de pasión por el hombre, no es capaz de arrancar alegría ni pena de nuestros corazones.
En Belén se puede reir y llorar, se puede estar apenado por la miseria de tantos hermanos o por los pecados que nos apartan de Dios y saltar de alegría por el remedio que el mismo Señor quiere poner. Lo que no se puede en Belén es estar indiferente.
¿Cómo es que nuestro corazón aspira a ver a Dios, a quien toda la tierra no puede contener? Y sin embargo esta consideración no satisface al que ama. Y el amor encontrará respuesta; en la noche será capaz de ver a Dios...
No debemos dormir la noche santa. Esto canta un antiguo villancico.
Todo menos dormir la modorra del alma, menos pasar indiferentes ante el misterio de Dios.
Recorrer el camino de Adviento significa prepararse para poder cantar, riendo o llorando, la Navidad.
Paz y bien hermanos.

jueves, 9 de diciembre de 2010

HACERSE PEQUEÑO


Recuerdo un libro en que aparecía un personaje a quien ocurría algo muy curioso: contradecía las leyes de la prespectiva. Cuando este hombre estaba lejos, se le veía como un gigante, e infundía temor por su tamaño.Pero luego,al acercarse, iba disminuyendo hasta que lo teníamos enfrente, y entonces nos dábamos cuenta de que era hombre inofensivo, de nuestra propia estatura.
¿Qué quiere decir hacerse pequeño? Es en primer lugar una invitación a la sencillez y a la sinceridad. Vamos por la vida aparentando alturas, como hombres sobre zancos."No temas, gusanillo de Israel, oruga de Jacob", nos dice el profeta (Is 41,14).
Nos invita así a despojarnos de tanta prenda inútil, de boato y vanidad.
El amor tiende a hacerse pequeño, a dejar sitio a la persona amada. "La caridad no se incha, no se jacta" (1 Co 13,4). El Adviento es el camino de Dios hacia el hombre, camino en que Dios se va haciendo pequeño hasta llegar a la mínima expresión del recién nacido de Belén. "Inclina tu cielo y desciende".
A Dios le gusta descender de su altura, siendo como es, Altísimo.
Le atrae lo pequeño. "Los necesitados y los pobres buscan agua y no la encuentran; su lengua está reseca por la sed. Pero yo, los atenderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. Haré que broten rios en las colinas secas..." (Is 41,17-18).
Pidamos al Señor que nos conceda el deseo de hacernos pequeños.
"Que cada uno considere a los demás mayores que sí mismos" es regla de toda vida cristiana. Si la viviéramos se daría el milagro.
Como nadie se asusta de los pequeños, hasta los más pobres hallarían un lugar para cobijarse, Jesús tendría posada en Belén.

Paz y bien hermanos.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

INMACULADA MADRE DE DIOS


Inmaculada Madre de Dios,
Reina de los cielos,
Madre de misericordia,
abogada y refugio de los pecadores:
he aquí que yo, iluminado
y movido por las gracias
que vuestra maternal benevolencia
abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino,
propongo poner mi corazón ahora
 y siempre en vuestras manos
para que sea consagrado a Jesús.
A Vos, oh Virgen santísima, lo entrego,
en presencia de los nueve coros de los ángeles
y de todos los santos;
Vos, en mi nombre, consagradlo a Jesús;
 y por la filial confianza que os tengo,
estoy seguro de que haréis ahora
 y siempre que mi corazón sea enteramente de Jesús,
imitando perfectamente a los santos,
especialmente a San José,
vuestro purísimo esposo. Amén.

Paz y bien hermanos.

lunes, 6 de diciembre de 2010

UN DÍA UN CONSEJO

"Refúgiate en los brazos de la celestial Madre
  Inmaculada y no temas". (Padre Pío)

¡SALVE, VIRGEN CONVERTIDA EN TEMPLO!


¡Salve, Señora,
santa Reina,
Santa Madre de Dios,
María, virgen convertida en templo
y elegida por el santo Padre del cielo,
consagrada por Él
con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Paráclito:
que tuvo y tiene toda la plenitud
de la gracia y todo bien!
¡Salve, palacio de Dios!
¡Salve, tabernáculo de Dios!
¡Salve, casa de Dios!
¡Salve, vestidura de Dios!
¡Salve, esclava del Señor!
¡Salve, Madre de Dios!
¡Salve también a todas vosotras,
santas virtudes,
que por la gracia e iluminación
del Espíritu Santo,
sois infundidas en los corazones de los fieles,
para hacerlos, de infieles,
fieles a Dios!

Paz y bien hermanos.