miércoles, 11 de febrero de 2015

HISTORIA DE UN ENCUENTRO


Mosaico de la Iglesia de San Pío de Pietrelcina en San Giovanni Rotondo titulado: 
"La  paternidad del Padre Pío. Los grupos de oración".

Soy hija de padres católicos practicantes, educada en colegio de religiosas. Desde ni más tierna infancia el tiempo libre lo disfrute en el Movimiento Junior,   fueron años muy felices. Sin embargo; en mi interior sentía que algo faltaba. Me habían enseñado que Dios era mi amigo y que a los amigos y conocidos había que amarlos, pero sentía que faltaba algo que no me habían enseñado.
Me dijeron que Dios está en todas partes y que está en mis semejantes;  sin embargo, deseaba sentir su presencia, comunicarme de una manera más real con Él.
En aquel entonces, no se ponía mucho interés en afirmar que Cristo esta auténtica y realmente presente en la Eucaristía; a muchos de nosotros nos enseñaron que era más un símbolo.
Busque en otras partes,  conocí cristianos no católicos muy fieles a sus creencias,  pero deduje que ninguna religión es perfecta.  Las distintas iglesias están formadas por personas imperfectas. 
Así pasaron unos años de mi vida.
De vez en cuando, mantenía alguna charla sobre temas espirituales con un amigo de mi  juventud;  con el que compartía las mismas inquietudes. Nos prestábamos libros y comenzamos a conocer el mundo de Internet. Allí descubrimos la posibilidad de conectar con personas de inquietudes similares a las nuestras.
En una ocasión, rondaría el año 2006-2008, mi  amigo me prestó un libro de la vida de un santo: “El Padre Pío”. Yo no había oído hablar nunca de él.  Recuerdo que mientras leía, pensaba que era increíble, era tanto y tan grande todo lo que vivió y sufrió, que me hizo comprender con total veracidad los evangelios de Nuestro Señor Jesucristo, con todo su sentido, como nunca me lo explicaron, era real y no esas cosas que me dijeron; “que la mayoría eran alegorías, simbolismos”.
Pero,  ¿Quién creería hoy, en esta sociedad materialista, lo que le ocurrió a este santo Capuchino?
Sin embargo; era lo que yo había buscado siempre. Había encontrado la pieza que  faltaba en mi espiritualidad y me la había regalando con su vida el Padre Pío.
Poco a poco fue tomando mayor sentido el poder de la oración. La oración con fe y de corazón que mueve montañas y es algo que podemos ofrecer a nuestros hermanos. Era tan maravilloso el regalo que me estaba dando, en todos los aspectos : la alegría de alabar a Dios , el dar gracias por todo lo que nos ha dado, ver el cielo , las nubes , el sol, los arboles , el mar, los animales, ….¡todo es tan grande y tan maravilloso! ¿Cómo no ser feliz y dar gracias cada segundo de tu vida a Dios?

Padre Pío a su vez, me confirmó la confianza que toda la vida tuve en mi Ángel Custodio, del cual no podía hablar ni con los amigos que compartían la fe católica; según ellos, eran cosas de niños.
La Mística, tan poco valorada en mi tiempo, las virtudes, el valor del sacrificio por amor, el poder de la oración, la cercanía de Dios. La Santísima Virgen, y los Ángeles.  Constatar que los milagros son reales, y el poder y el amor de Dios es infinito. 
Que el amor y la entrega generosa de un humilde capuchino por sus semejantes, es capaz de romper las leyes de la naturaleza, surgen los milagros y convierte  a miles de personas  por el poder de la fe, la oración y  el sacramento del perdón.
Entonces fue cuando mi fe en la Trinidad Santísima tomo fuerza, gracias a la vida de un sencillo Padre Franciscano Capuchino. Su fuerza, su mensaje  y su gran fe; llenaron mi espíritu. El Padre Pio hizo que la fe en Dios, la esperanza en la vida después de la muerte corporal, el amor a las criaturas de Dios y el creer en el  poder de la oración de corazón, aumentaran en mi alma. 

Por otra parte, en referencia a la Iglesia como Institución, me hizo comprender lo importante de la obediencia y la humildad; virtudes bastante desprestigiadas hoy en día. Aprendí que Dios construye bien aunque nosotros que formamos la Iglesia, erremos. Aprendí a valorar el ministerio y el poder sacramental que Dios da a los sacerdotes. Cuanto más leía sobre el Padre Pío mas fe y amor sentía por todo lo sagrado y mas valoraba nuestra  parte  espiritual. Llegó un momento en que surgió en mi y con mucha fuerza;  la necesidad de formar un grupo de oración de los que el Padre Pio con tanta vitalidad había formado.

Busqué  en Internet, sin encontrar a donde dirigirme, ni cómo formar un grupo de oración. Pasaba el tiempo y me sentía frustrada. Comenté con varias amigas mi gran hallazgo  y les hablaba del Padre Pío.
Un día la más mayor de ellas, pero también la más valiente y decidida me dijo: “Vamos a San Giovanni  Rotondo”.
Era mi oportunidad de buscar la información que deseaba en el mismo lugar donde nacieron los grupos.
Indagué  la forma de llegar y no encontraba aeropuerto para ir en avión hasta allí. Poniéndome en contacto con una oficina de información, logré lo que necesitaba.
Busque vuelos de Valencia a Roma, busque hoteles, la dirección de la parada del autobús que lleva de Roma a San Giovanni Rotondo. Lo hablamos las amigas  y salimos cuatro hacia “El convento del Padre Pío”.
Era 12 de octubre del 2011 cuando salimos. Fue una verdadera peregrinación, con oraciones, reflexiones, algún que otro sacrificio, y también mucha alegría y buen humor. Íbamos las cuatro amigas por nuestra cuenta, solas (por decir algo), pero, todo nos salió perfecto, sabíamos que el Padre Pío nos estaba ayudando en todo para que llegáramos bien.
Todo salió a la perfección, visitamos el antiguo Convento y la Iglesita, la Iglesia Santa María de las Gracias y la nueva, enorme  y maravillosa Iglesia de San Pío de Pietrelcina, que se construyo después de su muerte.
No voy a dar detalles de todo lo que se siente, al recorrer los mismos lugares donde vivió durante 52 años mi amado Padre Pío;  visitar su habitación, el coro donde recibió los estigmas, el confesionario donde pasaba tantas horas…Visitamos la gruta Santuario del Arcángel San Miguel, situado a unos 20 km de San Giovanni Rotondo, como el Padre Pio siempre aconsejaba.
El último día de estancia, buscamos la casa de los grupos de oración del Padre Pio, donde nos dieron toda la información, estatutos de los grupos de oración, revistas etc.,

Una vez de vuelta, satisfecha de haber conseguido mi objetivo, me encontré sola, no tenía a nadie para formar el grupo de oración. Pensé que lo primero sería, buscar un director espiritual. Hable con las Hermanas Clarisas del convento de La Vall D’Uxo, ellas me dieron información de personas que podrían estar interesadas en formar parte del grupo.  Me aconsejaron  cómo tenía que dirigir la elección del padre espiritual, y me ofrecieron  la Iglesia del Convento para hacer las reuniones de oración.  Poco después, me dieron el teléfono del Padre Elías Cabodevilla  para que me asesorara.
Seguía sin encontrar miembros de apoyo para formar el grupo, mis amigas no querían comprometerse  y  no encontraba el padre espiritual adecuado.
Habían pasado ya varios meses y seguía estando sola. Mientras tanto yo estaba a punto de celebrar  mi Profesión en la Orden Franciscana Seglar. Al fin, mis amigas se animaron a ayudarme para formar el grupo; eran tres y después se unió una cuarta.
El padre Elías, nos  envío  material, estampas, revistas, libros y la película del Padre Pio en CD. También los temas que él daba para que nos sirvieran de guía. Se volcó para ayudarnos en todo lo que pudo y hasta se ofreció a darnos una charla cuando le invitáramos.
¡¡Siento tanto haberle dicho que cuando el grupo estuviera más asentado, que lo llamaríamos!!  Él ya no pudo venir, espero que nos acompañe cada vez que nos reunimos a orar, no pude conocerlo personalmente, solo por teléfono  y siempre me atendió, con cariño, sencillez, me  aconsejó y guió siempre prestándose a todo lo que pudiera necesitar.
El día de mi profesión, el Padre Pío quiso presentarme al director del grupo, fue un gran regalo.
El  mismo sacerdote que nos daba la formación franciscana, era el que celebraba la Misa el día de mi profesión; el padre Wenceslao.  
Al finalizar la Misa nos dijo que debíamos rezar mucho.  En ese momento,  le comenté que casi tenía todo para formar un grupo de oración del Padre Pío. El padre Wenceslao se quedó sorprendido y me dijo: “Hace tiempo que llevo buscando formar un grupo de oración del Padre Pío”. A lo que yo respondí: “Lo  que me faltaba era el director espiritual”. 
Así fue que completamos el  equipo, y empezamos con el material que teníamos del padre Elías y con el que confeccionamos nosotros mismos. La primera reunión de oración se hizo el primer lunes del mes de febrero del año 2012. Hoy  primer lunes de mes día 2 de febrero del año 2015, hemos celebrado el tercer aniversario del grupo de oración.
Doy gracias a Dios por el regalo de haber  conocido  a nuestro amado Padre Pío. Tengo plena confianza en que Dios y el Padre Pío nos sigan  acompañando,  iluminando y guiando, que nuestras oraciones sean bien acogidas por Dios, nuestras alabanzas suban al Cielo como el  incienso  y que podamos dar buenos frutos al mundo.

 M. Carmen G.P.