domingo, 31 de octubre de 2010

PADRE PÍO, LOS MILAGROS DESCONOCIDOS DEL SANTO DE LOS ESTIGMAS.


Así se titula el nuevo libro de José María Zavala. El autor ha recopilado testimonios de conversiones y curaciones experimentados por intercesión de este santo de fama universal. "Nunca había sentido tantos deseos de compartir una experiencia que me ha marcado de por vida", reconoce el autor, recordando que la canonización de Padre Pío de Pietrelcina en 2002, batió todos los records de asistencia de fieles en la historia de la Iglesia.

Padre Pío, en el siglo, Francesco Forgione, nació en Pietrelcina, el 25 de Mayo de 1887 y falleció en San Giovanni Rotondo, el 23 de septiembre de 1968. Fue un sacerdote y fraile capuchino, que durante 50 años, llevó en su cuerpo los estigmas o señales de la pasión de Cristo.
-¿Cómo se le recuerda al Padre Pío en el convento de San Giovanni Rotondo, donde pasó casi toda su vida?
-José María Zavala: Con inmenso cariño. Hay fieles que siguen percibiendo el intenso perfume de sus estigmas como la mejor señal de que nunca les abandona, esa misma fragancia que dejó helado a más de un incrédulo.
-¿Quedan muchas personas que le trataron íntimamente?
-José María Zavala: Pocas, pero he tenido la gran fortuna de entrevistarlas. Como sor Consolata, una monja de clausura de 95 años que me recibió en el convento para relatarme episodios tan inolvidables como desconocidos. Nunca se lo agradeceré lo suficiente. Igual que a Pierino Galeone, sacerdote octogenario con fama de santo, a quien el Padre Pío curó milagrosamente tras la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo que a Paolo Covino, el capuchino que administró la Extremaunción al Padre Pío. Todos ellos rompen por primera vez su silencio para hablar del Padre Pío en este libro.
-¿Expresan alguna idea común?
-José María Zavala: Todos coinciden en que él hizo lo mismo que Jesús en la tierra: convirtió a los pecadores, sanó a los enfermos, consoló a los afligidos... Cargó con la Cruz durante toda su vida para redimir a los hombres del pecado. El Padre Pío sabía muy bien que sin sacrificio personal era imposible ganar almas para el Señor.
-¿Quién fue el Padre Pío?
-José María Zavala: Un regalazo que Dios hizo a los hombres en pleno siglo XX para que sigan creyendo en Él. Es imposible acercarse con sencillez y sin prejuicios a su figura y permanecer insensible. Conozco a mucha gente cuya fe estaba muerta por falta de obras y que por intercesión suya está ahora muy cerca del Señor, reza y es feliz haciendo felices a los demás.
-¿Hay una relación entre sus horas de confesionario y los estigmas?
-José María Zavala: "Todo es un juego de amor", decía él. De Amor, con mayúscula, por el prójimo; él sabía muy bien que lo mejor se compra siempre al precio de un gran sacrificio. El Padre Pío vivió "crucificado" durante cincuenta años con estigmas en manos, pies y costado que sangraban a diario. Semejante sufrimiento moral y físico era un medio infalible para liberar a muchas almas de los lazos de Satanás. Por eso mismo se pasaba a veces dieciocho horas seguidas en el confesionario.
-Como un nuevo cura de Ars...
-José María Zavala: Ahí radica la grandeza de este hombre de Dios. San Giovanni Rotondo, donde vivió y murió, sigue siendo hoy un auténtico camino de Damasco por el que millares de pecadores retornan al Señor. Es el primer sacerdote estigmatizado en la Historia de la Iglesia, y con unos carismas que le hacen muy especial, desde la bilocación (estar al mismo tiempo en dos lugares distintos) hasta el escrutinio de corazones que le permitía leer el alma de los penitentes antes de que comenzaran a contar los pecados.
-"Haré más ruido muerto que vivo", comentó un día. ¿Qué quiso decir?
-José María Zavala: Habría que preguntárselo a los centenares de personas en todo el mundo que por su intercesión siguen hoy convirtiéndose y/o curándose milagrosamente de una enfermedad mortal. Muchos de ellos aportan sus impactantes testimonios en este libro. Podemos afirmar que el Padre Pío sigue obrando hoy desde el Cielo, más prodigios que cuando estuvo en la tierra.
-Usted recoge algunas conversiones impactantes...
-José María Zavala: Gianna Vinci me relató en Roma uno de esos milagros que le dejan a uno boquiabierto. En cierta ocasión, una mujer enferma de cáncer rogó a su marido, agnóstico, que la llevase a San Giovanni Rotondo, pues había oído que el Padre Pío obraba milagros. El hombre puso una condición: esperaría fuera de la iglesia. Así que entró sola la madre con su hijo de diez años. Gianna Vinci estaba allí y lo vio todo. La mujer se arrodilló en el confesionario del Padre Pío mientras éste indicaba al niño que avisase a su padre. El chiquillo obedeció: "¡Papá, te llama el Padre Pío!", le dijo en la puerta. Pero aquel niño... ¡era sordomudo! Emocionado, el padre acabó confesándose y su esposa quedó curada del cáncer al instante.
-¿Cuál es el secreto de la popularidad de este santo?
-José María Zavala: El Amor por los demás, insisto. El Padre Pío sigue recogiendo hoy los frutos de su siembra desde el Cielo. En Italia pude sentir el gran cariño que la gente profesa a este gran santo. Al regresar a Madrid, mientras facturaba las maletas en el aeropuerto, un policía empezó a poner pegas. Pero en cuanto vio el retrato del Padre Pío que llevaba para un amigo, me dejó pasar con una sonrisa. "¡Menudo salvoconducto!", pensé.
-¿Va siendo conocido fuera de Italia?
-José María Zavala: Espero que este libro sirva para darle a conocer más en España, donde ya ha hecho unos cuantos milagros. En Argentina, México, Chile o Filipinas cuenta cada vez con más devotos.
-¿Qué significa este libro en el conjunto de su bibliografía?
-José María Zavala: Es sin duda mi obra más importante. Nunca había sentido tantos deseos de compartir con los lectores una experiencia que me ha marcado de por vida. Dicen que cuando el Padre Pío levanta un alma ya no la deja caer más. Pues eso mismo he comprobado yo en mi propia carne. Invito a todo el que quiera, por muy escéptico que sea, a conocer a este hombre de Dios. Le aseguro que no quedará indiferente.
(Entrevista realizada por Zenit a Jose María Zavala.)

Paz y bien hermanos.

viernes, 29 de octubre de 2010

NO SEAMOS FELICES SOLOS




Enseñanos, Señor, a no amarnos a nosotros mismos,
a no amar solamente a los nuestros,
a no amar solamente a los que amamos.

Enseñanos a pensar en los demás,
a amar, en primer lugar,
a los que nadie ama.

Haznos sufrir, Señor,
con el sufrimiento ajeno.
Y no permitas más, Señor,
que vivamos felices solos.

Haznos sentir la angustia
de la universal miseria.
Líbranos de nosotros mismos.
Así sea.

Paz y bien hermanos.

miércoles, 27 de octubre de 2010

¿UTOPÍA O REALIDAD?


¿Cómo será esto posible? Nos devanamos los sesos tantas veces.
Si acogemos, si confiamos, si guardamos la Palabra transformante del Señor, si nos adherimos a sus proyectos, para Dios todo es posible.
Para iniciar nuevos proyectos y caminos, en primer lugar es preciso que se haya soñado con una "utopía" que atraiga la mente y el corazón. Quiero recordar que no se puede definir como utopía algo que no hemos intentado poner en marcha con nuestras fuerzas.
Muchas veces decimos: "Esto es una utopía", en el senido de que no es posible. ¿Lo hemos intentado alguna vez?¿Cuántas veces afirmamos que algo es imposible antes de proponérnoslo siquiera.
¿Hemos intentado, por ejemplo ver lo positivo de la vida? ¿He hecho algo por aprender a leer lo positivo de mi vida y de la historia que vamos haciendo? Da la impresión de que sólo hay problemas.
Si vemos solamente lo negativo, nos desanimamos; y acabamos sin poder hablar de audacia, de osadía. Cierto que hemos de reconocer los errores, los fracasos; pero en nuestra vida hay mucho de positivo. Necesitamos recobrar el ánimo para vivir con entusiasmo, con más vida.
En segundo lugar para dar comienzo a algo nuevo es imprescindible un pequeño grupo de personas un poco locas, audaces, que digan: "Entregamos nuestra vida, nos lanzamos y vamos a intentarlo."
En tercer lugar, se requiere la convicción de que no nos lanzamos a una aventura imposible, sino que es posible lo que vamos a iniciar.
Si tenemos fe y esperanza, diremos:"¡Adelante, que no estamos solos!". Pero, no lo olvidemos; la fe y la esperanza nos son necesarias.
Utopía, utopía constructiva y vital, que nos lleva a creer en la fraternidad universal, creer en la alegría de vivir relaciones verdaderas, auténticas, liberadoras y gratuitas que hacen más humana nuestra vida, creer en el gusto por la vida, una vida reconciliada consigo misma.

No tengais miedo, nada es imposible para Dios.
¿Estais preparados para trabajar por el Reino y abrir nuevos horizontes?¿Utopía? ¡No!¡Realidad!
Paz y bien hermanos.


martes, 26 de octubre de 2010

SER SIGNOS VISIBLES



Nuestro mundo está marcado por un gran secularismo e indiferencia. Es un mundo sin fe, sin esperanza; un mundo sin futuro. Nunca habla de muerte. El futuro no existe; no existe el pasado. Lo único que existe es un presente efímero del que intentamos disfrutar al máximo. Es un mundo en que predomina la cultura de la imagen: televisión, internet, cine; en este mundo la relación está muerta.
Todos están de acuerdo en que nunca hemos tenido un mundo tan aislado y tan sin sentido. Carentes de confianza nos domina el miedo. Se considera una locura el confiar en la palabra del otro.
No se tiene confianza en las instituciones, no se cree en la Iglesia, no se cree en la política. Hay entre nosotros un profundo pesimismo. Lo que se valora es el dinero, la economía, el interés...
Hay gente que va a la India para buscar un tipo de espiritualidad, que dé algún sentido a su vida.
Si la gente se encuentra con alguien que vive contento, tiene la impresión de haberse encontrado o con un profeta o con un loco.

Es importante que tengamos encuenta las exigencias de la gente que vive cerca de nosotros y que tratemos de acercarnos a ella. Ante un cambio tan radical en el mundo, necesitamos signos radicales. Han de ser signos que produzcan el impacto de una bomba; han de provocar a la gente. A crisis fuertes signos fuertes.
Francisco de Asís no es un signo debil; no lo fue el echo de que se presentara desnudo en la ciudad.. Signo fuerte es el de su pobreza, ante un mundo que busca dinero, riqueza...
Acerquémonos a la Biblia. El Señor actúa mediante los profetas pidiéndoles signos fuertes y muy curiosos.
Hemos de llevar una vida que suscite preguntas en la gente. Si entre nosotros hay quien se quiera arriesgar, dejémosle que actue.

¿Cómo hacer que lo que creemos, se traduzca en vida práctica?
¿Te comprometes a ser signo vivo en el mundo de hoy?
¡Envíanos locos Señor!
Paz y bien hermanos.

domingo, 24 de octubre de 2010

LA LIBERTAD


Es la palabra profética alternativa. Debemos redescubrir valores alternativos como son la libertad y la gratuidad.. En nuestra cultura casi no se escucha la palabra gratuidad. Una persona no encuentra a otra si no hay intereses por medio. Hemos de sembrar una palabra profética "gratuidad".
Si acogemos la invitación del Señor, transmitiremos un mensaje de credivilidad. Nuestra palabra es creible, si nosotros somos libres.
¡Evidente! Nuestra palabra se llena de contenido, vivimos con el Señor, no tenemos miedo y somos libres para ayudar y vivir aquí y allí, libres para emprender nuevas relaciones.
Esto requiere una desapropiación radical, una salida, un éxodo para encontrar. El éxodo después de la desapropiación, lleva a la libertad del Señor, una libertad que no echa raices en egocentrismos.
Sin puentes, sin ídolos que ahogen la libertad. Corriendo riesgos.
Cuando San Francisco inició su seguimiento de Cristo, no comprendió nada, pero comenzó a reparar Iglesias , se puso en marcha.
Los bloqueos nacen de los miedos. El miedo no deja sitio a la fe y, así, matamos la esperanza que necesitamos para el camino.
"Concédenos Señor, hacer lo que sabemos que te agrada"

Francisco después de encontrar a Cristo cambió su vida. ¿Cómo has vivido tú el encuentro?
¿Estás  interior y realmente disponible? ¡Ánimo!
Cristo dijo:" No temáis, yo estoy con vosotros, no temáis" 
Paz y bien hermanos.


jueves, 21 de octubre de 2010

QUIERO DE JARME LLENAR



Padre quiero dejarme llenar
de la fuerza de tu Espíritu,
que me ayude a comprender
los gestos y palabras de Jesús.

Que tu Espíritu, Padre,
me dé lecciones para comprender
el sentido profundo
de las enseñanzas de Jesús y su misterio.

Que tu Espíritu Padre
me abra a la sabiduría que no es de este mundo
ni de los sabios y letrados,
sino de los pequeños y sencillos,
de los pobres que se fían sólo de ti.

Padre haz de mí un testimonio de fe,
una palabra viva,
un evangelio visible y cercano,
para que brille tu luz en el candelero
y para que no falte la sal de la verdad
en nuestro mundo. Amén.

Paz y bien hermanos

miércoles, 20 de octubre de 2010

EL SILENCIO SONORO

Un grupo de trabajadores estaba apilando serrín en un almacén, cuando uno de ellos advirtió que a se le había caído el reloj de su muñeca. Inmediatamente, sus compañeros interrumpieron el trabajo para buscarlo. Acabaron tomando la búsqueda como una diversión, lanzándose el serrín unos a otros y armando una polvareda. Entonces, decidieron dejarlo y se fueron a tomar un café.
Un joven que había estado observándo toda la faena, entró en el almacén y, al poco rato, se presentó ante el grupo con el reloj en su mano.
- ¿Dónde estaba? -le preguntaron.
- ¿Dónde? Pues, en almacén -les dijo el joven.
- No puede ser -dijeron ellos-, lo hemos buscado por todas partes. ¿Cómo lo has hecho?
- Me he puesto a ello en silencio completo hasta que he oido el suave tictac del reloj y lo he sacado de donde estaba enterrado bajo el serrín.

¿Has observado que el silencio y la quietud te ayudan a orar, a entrar en contacto con Dios, mucho más que el ruido y la inquietud?
Escuchemos los sonidos de nuestro entorno, tanto los cercanos como los lejanos. Según se van desvaneciendo estos sonidos hacia el fondo de tu mente, te harás consciente del profundo silencio de tu corazón. Permanece en este silencio. Escucha. No esperes que pase algo muy pronto. Ten paciencia.

"Sólo podrás ver reflejada tu imagen en las aguas quietas, nunca en las movidas. Sólo en la quietud podrás hallar ese lugar de paz que se da en el silencio". 

Paz y bien hermanos.

martes, 19 de octubre de 2010

BUSCAR Y HALLAR A DIOS



Un perrillo le dijo a un perro viejo: "Durante un curso de filosofía, aprendí que lo mejor para un perro es la felicidad, y resulta que esa felicidad está en mi cola. Por eso trato de atraparla; en cuanto la atrape, la tendré".
El viejo perro le replicó: "También yo pienso que la felicidad es algo bueno para un perro, y que esa felicidad está en la cola. Pero me he dado cuenta de que, cuando voy tras ella, se aparta de mí; pero cuando marcho a cumplir mi deber, viene detrás de mí".

Constantemente tenemos la tentación de modelar a Dios a nuestra imagen y semejanza. Queremos controlarlo y domesticarlo, dándole -eso sí- un lugar de honor en nuestros corazones, en nuestro hogar...,pero somos nosotros los que nos quedamos en el centro de control. Dios es incontrolable; está más allá de lo que podamos imaginar.

Todos buscamos la felicidad. Y son muchos los que han comprobado que la verdadera felicidad la encontramos sólo en Dios. Este es el don que Dios concede a los que en él confían, le abren sus corazones y le sirven. La felicidad está en una vida centrada en Dios, en dejarle a Dios que asuma el control de nuestras vidas.

Muchas veces, todo lo que Dios nos pide es que nos pongamos, en silencio, ante él. Moderando nuestro afán de estar siempre haciendo cosas por él. A veces, este empeño de estar "haciendo cosas", proviene no tanto de un deseo de hacer su voluntad, como de que vean y oigan lo que hacemos; es más una proyección de nuestra propia imagen buscando la aprobación de los demás, que una actuación de Dios en nosotros. Todo ello nos deja una sensación de insatisfacción, a veces amarga, que afecta a nuestro proyecto de vida.

Dios no nos trata como esclavos o siervos. Somos nosotros los que nos vapuleamos implacablemente y, al hacerlo así, destruimos esa voz tranquila y suave que habla desde el  fondo de nuestro ser.

El trabajo es precioso. El descanso y la paz son necesarios. Pero el escuchar y obedecer a sea voz tranquila y suave de nuestro Creador, supera a todo lo demás, pues no tiene precio.
Paz y bien hermanos

domingo, 17 de octubre de 2010

CATEQUESIS


Mañana comienza la catequesis en mi Parroquia y desde aquí quiero enviar un gran abrazo a todas las catequistas de mi pueblo, a todas y a cada una en especial, también a todo los catequistas del mundo y en concreto a una a la que recuerdo mucho: Carmen, que vive en Las Palmas.
Quisiera animarles a vibrar, a arder en amor al Señor y que viertan su vivencia de fe entre los niños, que son lo más bonito del mundo. Entusiasmad, comunicad la Buena Noticia, cantad, bailad con ellos, orad con ellos, abrid vuestro corazón y mostrad a Jesús con vuestras palabras y vuestras obras. Sembrad, sembrad que Él sabrá cuando recoger. No hacen falta sólo estructuras, lo que hace falta es corazón. Evangelizad en la Parroquia, en vuestras casas, en las calles, en todos los lugares.
Cuando descubres un verdadero tesoro, no te lo puedes callar, necesitas contarlo, decírselo a los demás, para que sean también felices. Y algo muy importante; no os olvideis de vuestra oración personal. Los niños, las personas, no solo esperan que el catequista sea una persona simpática, también espera una persona llena de Dios. Y eso, quienes más lo notan, son los niños.
Desde aquí hago un llamamiento a todas las personas llamadas a ser catequistas y a las que aún no lo saben, ¡ánimo! Es una labor maravillosa, que entusiasma y en la que se recibe más de lo que se da y con creces. ¡Que bueno es El Señor!
Que Dios os bendiga y os guie en esta gran labor.
Paz y bien hermanos.

PEDID Y SE OS DARÁ.



En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
- «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”.
Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara”».
Y el Señor añadió:
- «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar.
Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».  (Lucas 18, 1-8)

Hablar de oración hoy en día resulta realmente difícil en esta cultura nuestra, tan secularizada (esto es, que vive sin Dios), y con la sensación de que Dios permanece mudo y desinteresado a nuestras súplicas. Aquí nos surge la pregunta: ¿Para qué sirve orar?
Frente a todo esto, ¿qué nos enseña Jesús?
Pues bien, Jesús nos enseña a perseverar en la oración a pesar de todo. Y es que la lógica de la oración no es la eficacia, sino que es la confianza que supera las dificultades; es la aceptación de la voluntad de Dios.
Así fue para el mismo Jesús; así lo vivió; así lo expresó en las plegarias que enseñó a los suyos.
En la oración se forjan los creyentes, como Moisés y el mismo Jesús, en la confianza absoluta al Dios de la Vida.
¡Dichosos quienes se abren con confianza al Dios de la Vida, porque su caminar será iluminado plenamente!

Paz y bien hermanos

viernes, 15 de octubre de 2010

LA SUAVE INICIATIVA DE DIOS


El Padre llama a mi puerta buscando un hogar para su hijo.
- El alquiler es barato, de verdad -le digo.
- No quiero alquilarlo, quiero comprarlo -dice Dios.
- No sé si querré venderlo, pero puedes entrar y echarle un vistazo.
- Sí, voy a verlo -dice Dios.
- Te podría dejar una o dos habitaciones.
- Me gusta -dice Dios-. Voy a tomar dos. Quizás decidas algún día darme más. Puedo esperar.
- Me gustaría dejarte más, pero me resulta algo dificil; necesito cierto espacio para mí.
- Me hago cargo -dice Dios-, pero aguardaré. Lo que he visto me gusta.
- Bueno, quizás te pueda dejar otra habitación. En realidad yo no necesito tanto.
- Gracias -dice Dios-. La tomo. Me gusta lo que he visto.
- Me gustaría dejarte toda la casa, pero tengo mis dudas.
- Piénsalo -dice Dios-. Yo no te dejaría fuera. Tu casa sería mía y mi hijo viviría en ella. Y tú tendrías más espacio del que has tenido nunca.
- No entiendo lo que me estás diciendo.
- Ya lo sé -dice Dios- , pero no puedo explicártelo. Tendrás que descubrirlo por tu cuenta. Y esto sólo puede suceder si le dejas a él toda la casa.
- Un poco arriesgado, ¿no?
- Así es -dice Dios-.
- Me lo pensaré. Me pondré en contacto contigo.
- Puedo esperar -dice Dios-. Lo que he visto me gusta.

¿Qué te dice el texto? ¿Cuántas habitaciones le has alquilado?
¿Tienes miedo a perder tu libertad? ¿Al compromiso?
Pídele al Señor valor para dejar que Él tenga un lugar permanente en tu corazón. 
Paz y bien hermanos.

TERESA DE JESÚS


Hoy 15 de octubre celebramos la festividad Santa Teresa de Jesús. Santa española y mística carmelita nacida en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515. Hija de un comerciante de Toledo y de su segunda esposa, que murió cuando Teresa tenía 15 años. Eran 10 hermanos. Poco después del fallecimiento de su madre, Teresa fue confiada al cuidado de las monjas Agustinas. Después de leer las cartas de San Jerónimo, Teresa decidió adentrarse en una vida religiosa. En 1535, se incorporó a la Orden Carmelita. Pasó muchos años en el convento, marcada por una grave enfermedad que la dejó paralizada de las piernas durante tres años, pero luego experimentó una visión de "la herida de Cristo", que cambió su vida para siempre.
Después de esta experiencia, la santa avanzará con paso firme en su perfección. Para ella, la vida de clausura de aquel convento le era insuficiente y decide reformar la congregación para volver a la austeridad, a la pobreza total y a la auténtica clausura de la primitiva congregación carmelita.
Los primeros intentos nacen en el año 1560 pero se encontraría con diferentes opiniones en contra. Tuvo la suerte de tener el apoyo de un gran místico como San Juan de la Cruz que le ayudó en todo momento, y es que tal como escribía la santa en su diario: "Nunca dejará el Señor a sus amadores cuando por sólo Él se aventuran". El mismo San Juan de la Cruz haría también una reforma en la orden carmelita masculina.
El 24 de agosto de 1562 inaugura su convento bajo una nueva regla muy cerca de Ávila, el convento de San José. Aquella nueva orden recibiría el nombre de "Carmelitas Descalzas de San José", ya que todas las monjas andaban con los pies desnudos. De todas maneras, esta nueva comunidad no sería oficializada hasta la primavera de 1567. Rápidamente, muchas personas quedaron admiradas de la forma de vida de aquellas jóvenes monjas, lo que provocó que se hicieran nuevas comunidades en: Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas, Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada y Burgos de entre muchos más. A sus carmelitas descalzas Santa Teresa les decía: "Para esto es la oración, hijas mías, de esto sirve este matrimonio espiritual; de que nazcan siempre obras". Es sin duda, la respuesta de la santa ante el auge del protestantismo de Martín Lutero que decía que no eran necesarias las obras de fe para agradar a Dios. Nuestra amiga Teresa tenía también palabras tan curiosas para sus discípulas como estas: "Entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor, ayudándoos en lo interior y exterior".
Fallece el 4 de octubre de 1582 a la edad  de 67 años, en Alba de Tormes.
Paz y bien hermanos.


martes, 12 de octubre de 2010

¿TE DISTRAES AL ORAR?



San Benito viajaba montado a caballo. Llegó junto a un campesino que, fatigado y a duras penas, avanzaba a pie. El monje desmontó para entablar conversación.
- Eres afortunado al tener un caballo -le dijo el campesino con envidia-. Si yo hubiera dedicado mi vida a la oración, estoy seguro de que ahora no tendría que viajar a pie.
- ¿Crees tú que podrías ser un hombre de oración? - Le preguntó el santo monje.
- ¿Por qué me lo preguntas? ¿No es eso bien sencillo?
- Vamos a hacer una apuesta. Si eres capaz de decir un Padrenuestro sin ninguna interrupción, te daré mi caballo.
- Me lo has puesto facil -dijo el campesino-. Allá voy.
Se detuvo, cruzó sus manos, cerró sus ojos y comenzó a recitar la oración:
- Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga...
Y cuando terminó, se detuvo, alzó los párpados y le preguntó al santo:
- ¿Me darás el caballo con su silla y sus arreos?
¡Se dió cuenta, ya tarde, de que había perdido la apuesta!

Este pueblo, dice Dios, me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. (Mateo 15,8)

Relexionemos: ¿Cómo es nuestra oración? ¿Nos distraemos amenudo? ¿Te resulta aburrido orar, o estás deseando que llegue ese momento? ¿En qué piensas cuando oras?
Paz y bien hermanos.

BEGOÑAKO ANDRA MARI


Hoy 11 de octubre celebramos el día de Nuestra Señora de Begoña, Patrona del Territorio Histórico de Bizkaia.
Begoña suena mucho y suena bien no sólo en nuestros oídos, sino también en nuestros corazones. Begoña es algo emblemático para todos los vizcaínos.
Hoy fiesta litúrgica de la Madre de Dios de Begoña, el pueblo de Bizkaia se da cita en masa a los pies de su Amatxu.
Pero hoy a ocurrido algo más. Hoy, en este día tan emblemático, ha tomado posesión como nuevo obispo de Bilbao, D. Mario Iceta Gavicagogeascoa en la catedral de Santiago de Bilbao. La celebración ha durado unas 2 horas, comenzando a las 12:00 del medio día. Unos 29 obispos de diferentes Diócesis  han asistido a la ceremonia. La asistencia del pueblo ha sido notoria y los medios de comunicación también estaban presentes.
Es la primera vez que acudo a la toma de posesión de un obispo, por lo cual, no puedo hacer comparaciones y sería de muy mal gusto por mi parte hacerlas.
D. Mario, que el Señor le bendiga y le guie como pastor de la diócesis de Bilbao y que la Amatxu de Begoña le proteja con su manto.

Paz y bien hermanos.




domingo, 10 de octubre de 2010

¡GRACIAS SEÑOR!


¡Dad gracias al Señor en todo momento y lugar! ¡Dad gracias a Dios por toda la eternidad!
Gracias Señor porque nos amas, porque es más grande tu amor y misericordia que nuestro pecado.
Gracias Señor, por la vida y por..., podría enumerar infinitas cosas, todas fruto de tu amor. Porque todo es gracia hermanos, todo es regalo del Señor.
¡Cantad, bailad, alabad y dad gracias al Señor!
¡Qué ingratos somos cuando olvidamos con tanta facilidad que todo nos viene de Dios y que a él todo lo debemos!

Oración
Qué gran dulzura ver como renace 
humildemente el amor en mí.
Qué gran dulzura ver que no estoy sólo,
que formo parte de una inmensa vida
que resplandece a mi alrededor,
regalo suyo, de su inmenso amor.
Nos da el cielo y las claras estrellas,
el Sol hermano y la hermana Luna,
la madre Tierra con frutos, prados, flores
el fuego, el viento, aire y agua pura,
fuente de vida de sus criaturas.
Regalo suyo, de su inmenso amor.
Regalo suyo, de su inmenso amor. Amén

Paz y bien hermanos.


jueves, 7 de octubre de 2010

VIRGEN DEL ROSARIO


Oh Rosario bendito de María,
cadena dulce que nos une a Dios,
vínculo de amor que nos une a los Ángeles,
torre de salvación contra los asaltos del infierno,
puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás.
Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía.
Para ti el último beso de la vida que se apaga.
Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre,
oh Reina del Rosario, oh Madre nuestra querida,
oh soberana consoladora de los tristes.
Que seas bendita por doquier,
aquí y siempre, en la tierra y en el cielo. Amén.

miércoles, 6 de octubre de 2010

HERMANA MUERTE


Septiembre de 1224, el verano ya tocaba a su fin. Una noche de luna llena, fray León fue, como siempre, a rezar maitines con Francisco, mas éste no respondió a la contraseña. Entre preocupado y curioso, el hermano cruzó la pasarela y fue a buscarlo. Lo encontró en un claro del bosque, de rodillas, en medio de un gran resplandor, con el rostro levantado, mientras decía: "¿Quién eres tú, mi Señor, y quién soy yo, gusano despreciable e inútil siervo tuyo", y levantaba las manos por tres veces. El ruido de sus pasos sobre la hojarasca delató a fray León, que tuvo que confesar su culpa y explicar al Santo lo que había visto.


Entonces éste decidió explicarle lo sucedido: "Yo estaba viendo por un lado el abismo infinito de la sabiduría, bondad y poder de Dios, pero también mi lamentable estado de miseria. Y el Señor, desde aquella luz, me pidió que le ofreciera tres dones. Le dije que sólo tenía el hábito, la cuerda y los calzones, y que aún eso era suyo. Entonces me hizo buscar en el pecho, y encontré tres bolas de oro, y se las ofrecí, comprendiendo enseguida que representaban los votos de obediencia, pobreza y castidad, que el Señor me ha concedido cumplir de modo irreprochable. Y me ha dejado tal sensación, que no dejo de alabarlo y glorificarlo por todos sus dones. Mas tú guárdate de seguir espiándome y cuida de mí, porque el Señor va a obrar en este monte cosas admirables y maravillosas como jamás ha hecho con criatura alguna". Fray León no pudo dormir aquella noche, pensando en lo que había visto y oído.

Uno de aquellos días se apareció un ángel a Francisco y le dijo: "Vengo a confortarte y avisarte para que te prepares con humildad y paciencia a recibir lo que Dios quiere hacer de ti". "Estoy preparado para lo que él quiera", fue su respuesta.


La madrugada del 14 de septiembre, fiesta de la Santa Cruz, antes del amanecer, estaba orando delante de la celda, de cara a Oriente, y pedía al Señor "experimentar el dolor que sentiste a la hora de tu Pasión y, en la medida de los posible, aquel amor sin medida que ardía en tu pecho, cuando te ofreciste para sufrir tanto por nosotros, pecadores"; y también, "que la fuerza dulce y ardiente de tu amor arranque de mi mente todas las cosas, para yo muera por amor a ti, puesto que tú te has dignado morir por amor a mi". De repente, vio bajar del cielo un serafín con seis alas. Tenía figura de hombre crucificado. Francisco quedó absorto, sin entender nada, envuelto en la mirada bondadosa de aquel ser, que le hacía sentirse alegre y triste a la vez. Y mientras se preguntaba la razón de aquel misterio, se le fueron formando en las manos y pies los signos de los clavos, tal como los había visto en el crucificado. En realidad no eran llagas o estigmas, sino clavos, formados por la carne hinchada por ambos lados y ennegrecida. En el costado, en cambio, se abrió una llaga sangrante, que le manchaba la túnica y los calzones.
Explicaba fray León que el fenómeno fue más palpable y real de lo muchos creen, y que estuvo acompañado de otros signos extraordinarios corroborados por testigos, que creyeron ver el monte en llamas, iluminando el contorno como si ya hubiese salido el sol. Algunos pastores de la comarca se asustaron, y unos arrieros que dormían se levantaron y aparejaron sus mulas para proseguir su viaje, creyendo que era de día.


Cuando fray León acudió aquella mañana a prepararle la comida, Francisco no pudo ocultarle lo sucedido. Desde aquel instante, él será su enfermero, encargado de lavarle cada día las heridas y cambiarle las vendas, para amortiguarle el dolor y las hemorragias; excepto el viernes, ya que el Santo no quería que nadie mitigara sus sufrimientos ese día.

Miércoles 30 de septiembre de 1226. Después de una noche horrible de dolores, creyendo que moría, pidió que lo pusieran desnudo en el suelo y, en esa posición, mientras se cubría la llaga del costado con la mano, exclamó: Hermanos, yo he terminado mi tarea. Cristo os enseñe la vuestra. Todos lloraban. El guardián le obligó por obediencia a vestirse de nuevo y él, feliz de haber sido fiel a la dama pobreza hasta el final, levantó las manos y se puso a cantar al Señor.


Al anochecer del sábado 3 de octubre, a pesar de haber ya obscurecido, las alondras seguían revoloteando alrededor de la casa donde Francisco yacía moribundo. A los presentes les pareció la señal de que había llegado el momento. Le faltaban dos o tres meses para cumplir 45 años. Había segundo al Señor durante más de 20 y los dos últimos los vivió crucificado y gravemente enfermo. Uno de los muchos hermanos presentes vio su alma elevarse como una estrella, grande cuanto la luna y brillante como el sol, sobre una nubecilla blanca. Muy lejos de allí, en el sur de Italia, fray Agustín de Asís moría a la misma hora, exclamando:¡Espérame, padre, espérame, que me voy contigo!. Otro fraile lo vio vestido de diácono y seguido de un cortejo de personas que le preguntaban: ¿No es ese Francisco?", ¿No es Cristo?, y el fraile a todos respondía que sí, pues a todos les parecía la misma persona. También el obispo Guido, ausente de Asís por una peregrinación, lo vio en sueños que le decía: Mira, padre, dejo el mundo y me voy a Cristo.
Domingo 4 de octubre: Religiosos y seglares pasaron la noche en vela, entre cánticos y alabanzas, a la luz de las antorchas. A la mañana siguiente, por temor a que los perusinos, enemigos de los asisanos, pudieran robar tan preciosa reliquia, trasladaron su cuerpo a la iglesia de San Jorge, en Asís. Todos llevaban cirios encendidos y ramos de olivo en las manos y cantaban al son de trompetas.
Paz y bien hermanos.



ROMA


Francisco les expuso su proyecto de escribir una regla de vida, y de solicitar al Papa su aprobación . En aquellos años el Papa había aprobado la regla o "propósito" de vida de algunos grupos de vida apostólica y evangélica semejante a la de ellos y, sin dicha aprobación, corrían el riesgo de ser considerados herejes. La Regla primitiva era muy breve, formada por algunos textos evangélicos y unas pocas normas esenciales, como el modo de ser recibidos en la Orden y la forma del hábito, la vida de oración, el trabajo manual y cómo debían ir los hermanos por el mundo.


Francisco y los suyos se pusieron en camino, a las órdenes de Bernardo de Quintavalle. A mitad de camino, en Rieti, se les unió el caballero Ángel Tancredi, alcanzando así el número apostólico de doce. En Roma los encontró el obispo Guido I de Asís, que ignoraba sus proyectos. Con su recomendación, el cardenal Juan de San Pablo examinó sus intenciones y decidió presentar a Francisco a Inocencio III.
 

La primera entrevista fue un desastre, pero el papa, esa misma noche soñó que un fraile muy pobre sostenía la Basílica de Letrán con sus hombros. Entonces mandó buscar a Francisco y, aunque le puso muchas objeciones, después de oírle contar una parábola acerca del cuidado providencial de Dios sobre los hermanos, se convenció de que era un hombre de Dios y les aprobó la Regla provisionalmente, con permiso para predicar. Según una antiquísima tradición, la aprobación tuvo lugar el 23 de abril de 1209.

Hay ocasiones algunas de nuestras actitudes y acciones de fe, no son comprendidas y son hasta criticadas. Esto crea confusión y hasta división, no solo con los otros sino con uno mismo.
En estos casos y ante que la duda nos cala esencialmente nosotros , en estas circunstancias, hay que remitirse a la Iglesia como hizo Francisco.
Paz y bien hermanos.




CLARA DE ASIS


Clara de Asís fue la primera franciscana, la primera mujer que siguió a Francisco, hija de Favarone de Offreduccio. Era once años menor que él, de modo que, cuando el santo renunció a todo, ella tenía apenas doce años, pero se propuso hacer lo mismo, cuando llegara a la mayoría de edad. Cumplidos los 18 años, la madrugada del lunes santo salió a escondidas de su casa, y se marchó a Santa María, donde Francisco la esperaba con sus hermanos para consagrarla al Señor. Al día siguiente la llevaron al monasterio benedictino de San Pablo de las Abadesas (en el actual cementerio de Bastía Umbra), de donde intentaron sacarla, inútilmente, su tío Monaldo y todo el clan familiar. De allí pasó al monasterio de Santo Ángel de Panzo en las faldas del Subasio. Aquí se le unieron su hermana Catalina (Santa Inés de Asís) y otras amigas.
 Juntas se trasladaron luego a San Damián, donde fundaron la Orden de las Hermanas Menores, rebautizadas luego por Francisco como "Damas Pobres". Popularmente las llamaban Damianitas y sólo tras la muerte de Clara (1253), empezaron a llamarlas "Hermanas Clarisas". Francisco, viéndolas tan animadas, les escribió una forma o regla de vida que no llegó a ser aprobada, y se comprometió a cuidar siempre de ellas, visitándolas con frecuencia y animándolas con la palabra y el ejemplo.
Paz y bien hermanos.
 



APOSTOLADO


A los ocho primeros se habían agregado Bárbaro, Juan de San Constanzo y Bernardo de Vigilante. Reunidos en la Porciúncula, cada cual contó a Francisco su experiencia y le pidió perdón por las posibles negligencias cometidas. Y así los hermanos siguieron creciendo.
Se planteaban si debían dedicarse a la vida eremítica o al apostolado entre la gente. Este problema no quedó nunca resuelto del todo, y está en la raíz de las futuras divisiones en la Orden.

Cierto día llegó a Rivotorto un campesino con su asno para cobijarse en él y, para evitar que lo echaran, se puso a decir al animal: "entra, que ayudaremos a los hermanos a mejorar este sitio". Eso molestó mucho a San Francisco, pues no era su intención ampliar el lugar, ni estaba dispuesto a permitir que la gente les estorbara su forma de vida. Y, puesto que el grupo seguía creciendo, propuso a sus hermanos buscar una pequeña iglesia donde poder rezar y ser sepultados. Ante la respuesta negativa del obispo y de los canónigos, se dirigieron a los benedictinos del monte Subasio, que les cedieron la iglesia de Santa María de la Porciúncula, la misma que el Santo había deseado tener desde un principio.

No hace mucho, pude leer un artículo en el cual aparecía la siguiente frase: "Hay que evangelizar Europa". Y pensé ¿Es que no está ya evangelizada? ¿Qué ha sucedido? ¿Acaso se nos ha olvidado
de Jesús?  ¡Salid hermanos, debemos ser misioneros en nuestro pueblo, en nuestro entorno, en nuestras casas!
¡Trabajad, orad, trasmitid el evangelio, como fuentes de agua viva! ¡La Buena Nueva es para todos, para los que la ignoran y para los que la han olvidado!Predicad con la palabra y el ejemplo; porque si la palabra convence, el ejemplo arrastra.
Paz y bien hermanos.


martes, 5 de octubre de 2010

PIEDRAS VIVAS


En el invierno de 1206 casi desnudo y tiritando de frío, después de desprenderse de todos sus bienes Francisco tomó el camino  de Gubbio, buscando estar a solas con el Señor. En el camino lo apalearon unos bandidos, ante los cuales se presentó como "el heraldo del gran Rey". Las aguas en crecida del Chiascio lo obligaron a permanecer en un monasterio, probablemente Santa María de Valfabbrica, donde no fue muy bien tratado por los monjes. En cuanto pudo continuó hasta Gubbio. Allí un comerciante de telas amigo suyo, Federico Spadalunga, le regaló una túnica. Luego permaneció algún tiempo en un lazareto, no se sabe si en Gubbio o en Asís, sirviendo a los leprosos.
 
 Recordando el mandato del Señor, Francisco regresó pronto a San Damián, para reparar la iglesia. El sacerdote, conociendo su delicada vida anterior, le preparaba bien de comer, más él se dijo a sí mismo que no era esa la vida de pobre que había escogido, así que se propuso ir de casa en casa, escudilla en mano, a mendigar su comida. El primer día casi vomitó, viendo aquellos comistrajos mezclados en el plato, pero de nuevo se hizo violencia, comió y le supo a gloria. Desde entonces pidió al sacerdote que no le preparase más de comer. También mendigaba piedras para la obra y aceite para la lámpara del crucifijo, a veces en francés y pasando mucha vergüenza. Su padre, al verlo, lo maldecía, mas él encontró el antídoto en Alberto, un anciano pobre de Asís, que lo bendecía a cambio de la mitad de sus limosnas. También el hermano se burlaba de él al verlo en oración y tiritando de frío, mas Francisco no se echaba atrás por ello.

                                
 Dos años tardó en reparar la iglesia con ayuda de algunos pobres, a quienes anunciaba que aquel lugar llegaría a ser un día un monasterio de mujeres santas. Francisco vestía de ermitaño, con túnica larga, sandalias, cinturón de cuero y bastón, usaba alforja y recibía dinero, hasta que un día, en misa, oyó el evangelio de la misión de los apóstoles (Mt 10), cuando Jesús los envía de dos en dos a evangelizar, a curar leprosos y a echar demonios, sin nada por el camino. Al oírlo, exclamó diciendo: "Eso es lo que buscaba, y lo que quiero practicar con todo mi corazón", y se desnudó de nuevo, abandonando el bastón, la alforja, el cinturón, las sandalias y el dinero, quedando sólo con los calzones, una túnica con capucho grande cosido a la espalda, y una cuerda a la cintura. En adelante no quiso tener nada más.
A partir del 15 o 16 de abril de 1208 , Francisco empezó a saludar con la paz, según el evangelio, y a invitar a todos a la conversión, bajo la mirada atenta de algunos jóvenes que lo observaban con interés. Un día, Bernardo de Quintavalle, rico como él, lo invitó a cenar y a dormir en su casa y le manifestó su deseo de seguirlo. Al día siguiente, muy temprano, fueron a buscar a Pedro Cattanei, canónigo de San Rufino, y se fueron con él a la iglesia de San Nicolás, atendida por los canónigos. Acabada la misa, Francisco pidió a Pedro que les ayudara a encontrar en los Evangelios lo que tenían que hacer (los textos estaban en latín). Abrieron el evangeliario (que ahora se conserva en la Walters Art Gallery de Baltimore, USA) y dieron con estos pasajes: "Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo" (Mt 19, 21), "no toméis nada para el camino" (Lc 9, 3) y "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga" (Lc 9, 23), después de lo cual exclamó el santo: "hermanos, esta es nuestra regla y vida, y la de todos los que quieran unirse a nosotros. Id, pues, y cumplir lo que habéis oído". Ambos vendieron cuanto tenían, según sus posibilidades, y lo distribuyeron todo entre los hospitales, monasterios, leprosería y pobres de Asís, con ayuda de Francisco. Tanto desprendimiento dio qué pensar a otro canónigo, muy avaro, de nombre Silvestre, que acabará por unirse al grupo después de la aprobación de la Regla. Bernardo, Pedro y Francisco se instalaron desde el primer momento en un tugurio o choza abandonada en la llanura, junto a un riachuelo llamado Rivotorto.

 

A los siete días, un joven de condición humilde, después de oír misa en San Jorge (era la fiesta de este santo, se fue con ellos a Rivotorto, y Francisco lo recibió muy contento, invitándolo a alegrarse por haber sido "elegido por Dios como caballero y servidor suyo amado en la perfecta observancia del Evangelio". Pocos días después, ambos se fueron de gira "apostólica" por la Marca de Ancona, dejando a todo el mundo perplejo por la manera extraña de vestir y de saludar y por su aspecto desaliñado. Dos niños los tomaron por el "coco", unos campesinos los confundieron con hechiceros que embrujaban al ganado, las muchachas corrían asustadas y la mayoría los tomaba por locos, más Francisco animaba a fray Gil, anunciándole que la orden llegaría a ser como el pescador que saca la red llena de peces y selecciona a los más grandes. En Gualdo Tadino fueron tan mal recibidos, que Francisco no dudó en sacudirse el polvo de los pies, como dice el Evangelio.
Ya e regreso en Asís se unieron al grupo otros tres: Sabatino, Juan de Capella y Morico "el Chico". Francisco los quería fundados en la pobreza, viviendo como pobres y peregrinos en este mundo; y en la humildad, sirviendo a todos, sobre todo a los marginados, los pobres y débiles, los enfermos y leprosos y los mendigos. Al principio, él mismo pedía limosna por todos, hasta que, viendo que era superior a sus fuerzas, les explicó que no tenían que avergonzarse de mendigar, pues esa era la herencia legada por Cristo a cuantos quieren ser pobres como él y su madre "pobrecilla". Pero los parientes y paisanos casi no les daban nada, ya que les parecía una estupidez darlo todo para luego vivir a costa de otros. Al obispo Guido I también le parecía demasiado áspera y rigurosa aquella forma de vida y el propósito de no tener nada en este mundo, pero Francisco replicaba que las propiedades hay que defenderlas con las armas, y de ahí nacen disputas y pleitos. La realidad de algunos monasterios de la región era , efectivamente, esa.


La oración del grupo de Rivotorto era más mental que oral, pues no tenían libros para el rezo del oficio. Francisco les propuso que rezaran tres Padrenuestros por cada hora canónica y oír misa cada mañana, y los exhortaba a "leer" el libro de la cruz de Cristo, para lo cual plantó una cruz de madera en medio del tugurio . Además les enseñó a repetir siempre esta oración, cada vez que encontrasen una: "Te adoramos, Señor Jesucristo, aquí y en todas tus iglesias que hay en el mundo entero, y te bendecimos, pues por tu santa cruz redimiste el mundo". Por último, les enseñaba a respetar a los sacerdotes y demás ministros católicos, a quienes él mismo, según su testamento, honraba como a sus señores, tratando de mirar en ellos no sus pecados, sino al Hijo de Dios.
Por este tiempo se agregó al grupo el octavo miembro, fray Felipe Longo de Andria (castillo cercano al lago Trasimeno). Francisco, mientras tanto, se dedicaba a llorar su vida pasada, hasta que, en cierta ocasión, la gracia del Señor le concedió ver el futuro de la orden. Entonces, un día se retiró con sus siete compañeros en el bosque de la Porciúncula (solían hacerlo los días festivos, a raíz, según parece, del relato de un campesino que contó al santo haber oído allí de noche cantos de ángeles), y les habló asi: "El Señor no nos ha llamado sólo para nuestro bien. Tenemos que dispersarnos para socorrer al mundo en peligro con la palabra de Dios y nuestro buen ejemplo". Ellos se excusaron alegando su ignorancia, más él los animaba diciéndoles que el Espíritu del Señor hablaría por ellos, y que soportaran todo con paciencia y humildad. Y, para quitarles el miedo, les anunció que el Señor haría pronto de ellos una gran multitud y que muchos nobles e intelectuales se unirían a ellos para predicar a reyes, príncipes, naciones y pueblos numerosos, y los extendería por todo el mundo. Después de haberlos animado con estos y otros consejos de inspiración evangélica, los fue enviando de dos en dos hacia los cuatro puntos cardinales, no sin antes haberlos abrazado uno por uno, diciéndoles: "Confía en el Señor, que él te ayudará".


Los hermanos se esforzaron por cumplir todo lo mandado: se postraban ante el signo de la cruz, saludaban con la paz, exhortaban a todos a temer y amar al Creador y a cumplir sus mandamientos. Unos los escuchaban con agrado, otros los acosaban con preguntas que no siempre sabían responder, muchos los trataron con desprecio y como a delincuentes. Tuvieron que padecer frío, hambre, sed y muchas tribulaciones, mas ellos no se entristecían ni se quejaban por nada, nada reclamaban, rezaban por todos, se manifestaban un profundo amor mutuo y no aceptaban dinero, en vista de lo cual algunos recapacitaban y les pedían perdón por haberlos maltratado.
Fray Gil y fray Bernardo peregrinaron a Santiago de Compostela. Ese mismo verano estaban en España, obligados a dormir, a veces, al aire libre, en alguna era, y a comer habas o lo que encontraban.

Fray Gil anduvo 20 días sin capucho, porque no tenía otra cosa que darle a un pobre. En el invierno siguiente estaban ya de regreso en Italia. En Florencia a duras penas lograron dormir en el porche de una casa, junto a un horno, sin una manta siquiera con qué taparse. Por la mañana temprano se fueron a rezar a la iglesia cercana, y allí conocieron a Guido Volto dell'Orco, que se interesó por ellos y les ofreció su casa y todo cuanto necesitaran. De lo sucedido a los otros hermanos y a Francisco durante esta misión no hay noticias, aunque podemos suponer que su suerte no fue distinta a la de Gil y Bernardo. Francisco recorrió, al parecer, en esta ocasión el valle de Rieti. En Poggio Bustone, donde se cuentan algunas leyendas sin fundamento, recuerdan su paso y su original saludo: "¡Buenos días, buena gente!

Piedras vivas, no importa dónde te toque estar, pero lo esencial es formar parte de ese templo espiritual del que habla San Francisco.
Y tú, ¿qué clase piedra eres, viva o muerta? ¿Dónde estás?
¿Con quién está comprometida tu vida?
Paz y bien hermanos.