martes, 12 de octubre de 2010

¿TE DISTRAES AL ORAR?



San Benito viajaba montado a caballo. Llegó junto a un campesino que, fatigado y a duras penas, avanzaba a pie. El monje desmontó para entablar conversación.
- Eres afortunado al tener un caballo -le dijo el campesino con envidia-. Si yo hubiera dedicado mi vida a la oración, estoy seguro de que ahora no tendría que viajar a pie.
- ¿Crees tú que podrías ser un hombre de oración? - Le preguntó el santo monje.
- ¿Por qué me lo preguntas? ¿No es eso bien sencillo?
- Vamos a hacer una apuesta. Si eres capaz de decir un Padrenuestro sin ninguna interrupción, te daré mi caballo.
- Me lo has puesto facil -dijo el campesino-. Allá voy.
Se detuvo, cruzó sus manos, cerró sus ojos y comenzó a recitar la oración:
- Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga...
Y cuando terminó, se detuvo, alzó los párpados y le preguntó al santo:
- ¿Me darás el caballo con su silla y sus arreos?
¡Se dió cuenta, ya tarde, de que había perdido la apuesta!

Este pueblo, dice Dios, me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. (Mateo 15,8)

Relexionemos: ¿Cómo es nuestra oración? ¿Nos distraemos amenudo? ¿Te resulta aburrido orar, o estás deseando que llegue ese momento? ¿En qué piensas cuando oras?
Paz y bien hermanos.

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