HOSPITAL "CASA ALIVIO DEL SUFRIMIENTO" SAN GIOVANNI ROTONDO.
La Casa sollievo della sofferenza (Casa Alivio del sufrimiento) fue una obra gigantesca que el padre Pío pudo realizar con la gracia de Dios y la ayuda de millones de personas del mundo entero. Cuando el padre Pío comenzó las obras, hasta sus propios hermanos religiosos pensaron que era una utopía y que hacer un hospital en aquella zona precaria era, desde todo punto de vista, algo inconveniente por decir lo menos.Ya en 1925 el padre Pío, con ayuda de algunos voluntarios colaboradores, fundó un pequeño hospital civil san Francisco con la finalidad de que las curaciones a los pobres fueran gratis. En 1938 hubo de cerrar sus puertas debido a los daños ocasionados por el terremoto de ese año. Y entonces nació su gran idea.
La Casa Sollievo della sofferenza nacía el 9 de enero de 1940. Aquel día se reunió el padre Pío con tres amigos, hijos suyos espirituales, y constituyó el Comité de fundación. El fundador era el padre Pío, secretario el doctor Guillermo Sanguinetti y directora de organización interna la señorita Ida Seitz. El padre Pío dijo: Esta tarde comienza mi Obra terrena. Os bendigo a vosotros y a todos los que colaborarán en esta Obra que será cada vez más grande y bella. La primera piedra fue bendecida por el padre Pío en la primavera de 1947.
El 19 de mayo de 1947 comenzaron a preparar el terreno con explosivos en la pétrea montaña. Y, desde el principio, comenzaron a llegar ríos de dinero para la Obra. Tuvo que pedir al Papa la exoneración del voto de pobreza para poder ser el administrador del dinero, lo que le concedió gustoso el Papa Pío XII.
Un paso importantísimo en la ejecución de las Obras de la Clínica Sollievo, llamada la catedral de la caridad, fue el apoyo brindado por Barbara Ward, redactora del periódico The economist de Londres.
En 1980 fue declarada la Casa Sollievo como hospital general regional. La Casa Sollievo tiene actualmente una capacidad de 2.000 camas y está siempre llena. A los enfermos los atienden cinco capellanes capuchinos. Y también hay 35 religiosas, apóstoles del Sagrado Corazón, que atienden en diferentes sectores del hospital.
Mientras el padre Pío estaba vivo, visitaba frecuentemente a los enfermos de la Clínica. A veces, les daba la bendición eucarística y, en algunas pocas ocasiones, les celebró misa, pero trataba de animar a todos. Algunos testigos refieren milagros patentes realizados por el padre Pío en algunos enfermos.
Algo interesante de anotar es que el padre Pío quería que fuera, no un hospital como cualquier otro, sino una Casa, un Hogar Clínica, un lugar donde los enfermos se sintieran a gusto y estuvieran fortalecidos con los auxilios de la religión. Decía el padre Pío: "En el enfermo está Jesús que sufre. En el enfermo pobre está Jesús dos veces". Y quiso que esa Clínica fuera de lo mejor. Por eso, actualmente es uno de los mejores hospitales de Italia, que va en vanguardia con todos los adelantos modernos de la ciencia.
¿Una utopía en su momento, impensable? La fe, ¡Oh, la fe que mueve montañas!
Paz y bien hermanos.
jueves, 16 de septiembre de 2010
EMANUELE BRUNATTO
Las calumnias contra el padre Pío y los religiosos capuchinos no cesaban. Algunos sacerdotes del lugar decían que los que iban al convento estaban excomulgados. En esto también tuvo responsabilidad el arzobispo, monseñor Gagliardi, que era contrario al padre Pío y prohibió a los sacerdotes ir al convento, aunque fueran para confesarse. Lo cual escandalizaba al pueblo sencillo, que seguía amando al padre Pío y asistía a sus misas con mucha devoción. Pero seguían las cartas anónimas y el mismo arzobispo las hacía llegar al Santo Oficio. Por fin se tomaron medidas extremas. El Santo Oficio emitió un decreto fechado el 23 de mayo de 1931 en el que se declaraba que al padre Pío se le quitaban todas las facultades ministeriales, excepto las de celebrar misa, pero sólo dentro del convento y en una capilla privada, en la iglesia pública no podía. Se le prohibía la misa en público y confesar a cualquier persona o hacer cualquier otra acción sacramental del ministerio sacerdotal. Y no podía recibir visitas ni recibir cartas. Sólo podía hablar con los religiosos del convento.
Emanuele Brunatto fue uno de los grandes convertidos del padre Pío. Había sido buzo en América, sastre de señoras en Milán, jockey en Bolonia, comerciante en Palermo y empresario de una famosa cantante de cabaret en Nápoles. Él cuenta así su conversión:
"El fraile (padre Pío) me miró con desdén como si viera venir al diablo. Pensé: ¿éste es el santo? ¿Por qué me mira con tanto odio? Estaba furioso. El capuchino parecía no ocuparse de mí. Huí como un loco de la sacristía y comencé a sollozar como un niño herido, repitiendo constantemente: Dios mío, Señor mío.
Cuando volví a la sacristía, el padre Pío me esperaba solo.
Su rostro, de una belleza transcendental, irradiaba una alegría indescriptible. Sin palabras, me hizo señas de arrodillarme. Los recuerdos del pasado me vinieron como aguas de un torrente en crecida. ¡Cuántos errores cometidos desde mi adolescencia!
Le dije:
- No terminaré jamás de confesar tantos pecados.
El padre me dijo:
- Te has confesado durante la guerra y el Señor te ha perdonado.
Cuando llegó el momento de la absolución, el padre Pío debió comenzar varias veces, como si luchase con un adversario invisible. Las palabras sacramentales chocaban como flechas lanzadas sobre mi cabeza, mientras de su boca salía un perfume de rosas y violetas que me inundaba el rostro. Al momento de dejar el convento, le pedí bendecir al único objeto decente que encontré en mis bolsillos, un par de guantes blancos, último residuo de mis actuaciones teatrales. Tuvo un pequeño movimiento de sorpresa, pero me sonrió y lo bendijo. Desde aquel día hasta que los perdí, estos guantes emanaron de vez en cuando el perfume que había sentido durante la confesión". El Padre Pío lo aceptó como hijo espiritual.
Una vez convertido, quiso quedarse definitivamente a vivir junto al padre Pío. Durante un tiempo le concedieron vivir dentro del convento, ayudando al padre Pío en la misa. Cuando el padre Pío fue segregado en 1931, fue su incondicional defensor. Amenazó con publicar un libro que había escrito, titulado Gli anticristi nella Chiesa di Cristo (Los anticristos en la Iglesia de Cristo), donde hablaba de la implicación de algunos altos eclesiásticos.
La Santa Sede se preocupó y trató de impedir su publicación. El padre Pío le escribió dos cartas, llenas de amor paternal, para que no publicara el libro en el que quedarían mal parados algunos miembros de la Iglesia. Igualmente, el padre Pío tuvo que luchar mucho para que otro de sus convertidos, el alcalde de san Giovanni Rotondo, Francesco Morcaldi, no publicara otro libro escrito por él: Lettera alla Chiesa.
Cuando más tarde, en 1960, el padre Pío recibió algunas restricciones, Brunatto organizó una Asociación internacional de defensa de la persona del padre Pío. Tenía listo un Libro blanco para ser entregado a la ONU y a la opinión pública mundial sobre los atentados a los derechos humanos en la persona del padre Pío. Todo esto le hacía sufrir mucho a nuestro santo, que quería que nadie lo defendiera, pues quería ser hijo de la Iglesia hasta las últimas consecuencias. Por eso, les decía: No arrojen basura contra su propia Madre la Iglesia.Murió el 10 de febrero del 1965.
Paz y bien hermanos.
¡HASTA LUEGO MAMMA PEPPA!
Los padres de Padre Pio, María Giuseppa di Nunzio y Grazio Forgione, se casaron el 8 de junio de 1881y se fueron a vivir a una casita de una sola habitación de planta baja, que fue de su propiedad desde el primer momento. Se dedicaban a la agricultura y tenían un terreno propio de una hectárea en el lugar llamado Piana Romana a media hora, a las afueras del pueblo.
A la madre de Padre Pio, María Giuseppa di Nunzio, la llamaban Mamma Peppa. Tenía ojos claros, facciones correctas, de cuerpo ágil, como una adolescente, su dialecto tenía una gracia admirable; mujer seria, respetuosa, religiosa; era una pueblerina, pero tenía rasgos de «gran señora»; su hospitalidad era siempre excesiva, señorial, aun dentro de su simplicidad; tanto ella como su marido sabían poner una nota de alegría a su alrededor, dispuesta siempre a contar bellas historias y con qué maestría...
La alegría, el gracejo fácil, la ingenuidad hecha broma, el «saber contar las cosas», el padre Pío los vivió y aprendió de boca de sus padres y los revivió con una maestría encantadora.
Su madre murió el 3 de enero de 1929 también en san Giovanni Rotondo en la misma casa de María Pyle, bienhechora de los padres capuchinos. Su madre había ido a visitarlo para pasar las Navidades de 1928 con su hijo. Iba todos los días a misa para recibir la comunión de sus manos, a pesar del intenso frío. La noche de Navidad, después de la misa de medianoche, se enfermó de pulmonía doble. El padre Pío estuvo a su lado hasta el último momento, llevándole la comunión todos los días y administrándole los últimos sacramentos. Cuando expiró, el padre Pío se deshizo en lágrimas. Era un llanto de amor y repetía: Mamma mia, bella mammetta mia. Su madre tenía 70 años y fue sepultada en el cementerio de san Giovanni Rotondo, vestida de terciaria franciscana. Las exequias fueron impresionantes y participó toda la población.Fue un verdadero triunfo de oraciones y de flores. Un homenaje a la madre de un gran santo, que no sólo lo trajo al mundo sino que lo supo guiar en sus primeros pasos por el camino de Dios. ¡Cuántos sacerdotes deben su vocación al amor y a la fe de sus madres!
Paz y bien amigos.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
YO DE AQUÍ NO ME MUEVO.
Y no se movió, se operó allí mismo, en una habitación habilitada para el caso y sin anestesia, "él sabía porqué".
Las enfermedades sufridas por el P. Pío han sido documentadas en un memorial enviado al Vaticano por el doctor Miguel Capuano, su último médico. El doctor Capuano ejerció su profesión en San Giovanni Rotondo durante cincuenta años, cuarenta de los cuales al lado del P. Pío y poco antes de morir, firmó página por página un largo informe científico, en el que anotó con escrupulosidad una larga serie de enfermedades de P. Pío.
«El P. Pío -se lee en el informe- perdía algo como un vaso de sangre cada día. Tenía fiebres que a veces alcanzaban los 44-45 grados, que se podían medir solamente con termómetros especiales. A la bronquitis crónica, que tuvo desde niño, se habían añadido el asma y una pleuritis exudativa, enfermedad que dejaba al P. Pío sin respiro a causa de las terribles punzadas en el costado. Sufría también de pulmonía y bronco pulmonía dos veces al año, en las estaciones intermedias, le llegaba la úlcera péptica, con espasmos, vómito y ayuno forzoso. Luego llegaban los cólicos de los cálculos renales, que lo hacían gritar durante horas al punto de invocar la muerte. No faltaban las enfermedades, por así decirlo, ligeras, como artritis, artrosis, descalcificación de los huesos de toda la columna, rinitis hipertrófica, faringitis y laringitis purulenta, otitis, sinusitis, y las fuertes migrañas. Además, el P. Pío no veía bien, al punto que no podía releer sus propios escritos y, en los últimos años de su vida, fue afligido por un epitelioma en el oído izquierdo que no le permitía dormir de aquel lado. Tenía un quiste en la parte derecha del cuello, como para impedirle girar la cabeza, y luego aquella hernia en la ingle derecha que, en septiembre de 1925, lo llevó a la operación, que le fue practicada sin anestesia, porque el P. Pío tenía temor que, bajo los efectos de los fármacos, lo médicos
aprovecharán para escudriñar sus llagas que llevaba rigurosamente cubiertas».
Pero no penseis que todo era sufrimiento. El Padre Pio era alegre y tenía muy buen humor. Esto desempeñó una función muy importante en la educación de sus hijos espirituales.
Padre Pio era afectuoso, cordial, alegre, cercano...,aunque los presentes se sintieran impresionados con su estatura espiritual.
Una vez, en repuesta a quien le hacía notar la dificultad que encontraban algunas personas religiosas para escuchar o practicar la Palabra de Dios, el Padre dijo: "Tres cosas son inútiles: lavar la cabeza al burro, añadir agua al mar y hablar con los curas".
Hacía bromas hasta de su propia debilidad. A un hombre que se enomendaba a sus oraciones porque tenía una pierna que no le sostenía, le respondió:"Feliz de ti que tienes una que te sostiene. A mi no me sostienen ninguna de las dos".
Otra vez, el actor cómico Carlos Campanini fue a ver al Padre Pio y le dijo:"Padre, ¿cómo puedo jactarme de pertenecer a vuestra familia espiritual, si todas las tardes debo pintarrrajearme la cara y hacer el bufón en el escenario?". Y el Padre Pio sonriendo le responde:"Hijo mío, cada uno de nosotros hace el bufón en el puesto que Dios le ha asignado".
Otra de las veces, vino a visitarle un señor que estaba preocupado porque se le caía mucho el pelo, y el Padre Pio de dijo:"Hijo mío, esto mejor lo hablas con el fraile que está justo detrás de mí". Y, en ese momento, aparecío bajando las escaleras un hermano completamente calvo, con la cabeza tan brillante que parecía un espejo. Todos se echaron a reir.
Paz y bien hermanos.
martes, 14 de septiembre de 2010
LA MISA DEL PADRE PIO
Cómo era la misa del Padre Pio?
Para los que llegaban a San Giovanni Rotondo era un acontecimiento determinante, ninguno se quedaba sin la misa y la oían una y otra vez, renovando emociones y vivencias. No podían olvidar la misa.
Era las 5h de la madrugada y ya la iglesia estaba llena. ¿Cómo suena esto hoy en día? ¿Qué ocurría en la misa del Padre Pio?
Todos los que han podido presenciarla coinciden en un punto: la devoción, el fervor y el misterio que lo inundaba todo.
¡Pobre naturaleza humana, que no cree hasta que no ve con sus ojos y toca con sus manos!
Testimonios:
- El sacerdote Mondrone: "La famosa Misa del Padre Pio, la cual quien ha asistido una vez no puede olvidarla jamás; tan viva era la impresión de ver superada toda distancia de tiempo y espacio entre el altar y el Calvario. La Hostia divina, elevada por sus manos, hacía más sensible a los ojos de los fieles la mística unión del sacerdote oferente con el Sacerdote Eterno. Ante aquella vista, aun los que intervenían por curiosidad, a menudo se sentían profundamente impresionados.Estaba en él y con él, Jesús vivo y sufriente, presente y operante, para darle fuerzas y fecundidad de bien. El Padre Pio, heroico en el sufrimiento, incansable en el trabajo, estuvo elevadísimo en la unión con Dios. Yo lo retendría entre los más grandes místicos de nuestros días. Modelo escepcional de devoción al Misterio eucarístico y a la Pasión, consigue que su Misa sea el centro de atracción de las almas venidas a S. Giovanni Rotondo".
- El escritor Salvaneschi : "Nunca jamás un hombre de Cristo pudo haber oficiado con mayor simplicidad, según el ejemplo de Cristo orante en Galilea. Palidísimo, los ojos entornados como quien ve un intenso fulgor de luz, el Padre Pio celebra su Misa como si viniera de otra humanidad superior a la nuestra, diciéndola en aquel altar simple y casi tosco, a través de una admósfera de otra vida".
- El doctor Festa: "Es uno de los misterios más sobresalientes del buen frailecito...El recogimiento austero y el fervor que se transparenta en su mirada y en su rostro durante el rito místico, la perfecta abstracción de su espíritu en el momento solemne de la consagración, el modo con el cual pronuncia las sagradas invocaciones y ofrece al Eterno el sublime holocausto, ejercen una acción sugestiva tan potente y una fascinación tan profunda en el ánimo de los presentes que, más de una vez yo mismo he visto descender por las mejillas de los más incrédulos y de los más desconfiados las perlas redentoras de la emoción, del arrepentimiento y del amor. Por eso no es ninguna maravilla que, aunque son dos kilómetros los que separan el pueblo del convento, y a pesar de los guijarros, del barro y de la nieve, hombres y mujeres, ciudadanos de todas las clases sociales, forasteros, personas cultas, a menudo también no católicas, acudan desde muy temprano a la pequeña iglesia, movidos por una misteriosa y suave atracción".
- El mismo Padre Pio habla sobre la misa: al atardecer del 23 de noviembre tuvo este diálogo con el padre Giovanni da Baggio.
-¡Padre! ¡Parece que sufres dolores muy intensos durante la celebración de la misa!
El Padre Pio calla y asiénte con la cabeza.
- ¿Y durante la elebración de la misa llegas a recorrer integramente la Pasión de Jesús?Responde afirmativamente con un gesto, coge su cabeza entre sus manos y apoya los codos sobre la mesa, permanece así unos momentos, como recordando. Por fin, exclama:
-"¡Ah! ¡Si lo hubiese sabido! ¡Si yo hubiera tenído de estudiante el conocimiento que tengo yo ahora de las cosas, me hubiera retirado a un desierto y no hubiera permitido que me ordenara nadie de sacerdote".
Esta inesperada respuesta nos descubre el peso victimal tremendo que lleva con su consagración. El peso tremendo de toda clase de dolores y tribulaciones físicas y morales que suponía para él ser sacerdote y víctima a la vez con Cristo Jesús.
-¿Pero entonces qué viene a ser para ti la santa misa?
- Qué viene a ser? Pues el mismo altar te lo dice. ¡Te basta lo que está ocurriendo allí sobre el altar!
- El padre Tarsicio de Cervinara, nos deja una descripión en forma de diálogo,de lo que pensaba el Padre Pio sobre la misa:
- ¿Cómo? Pues, como se mantenía Jesús en la Cruz.
- Entonces, ¿te sientes suspendido, clavado en la Cruz, como Jesús, durante el tiempo de la misa?
- Pues, ¿Cómo quieres que esté?
- ¿En la misa mueres también con Jesús?
- ¡Místicamente, sí! ¡En la Sagrada Comunión!
- Pues, ¿Qué es lo que te produce la muerte?
- La intensidad del dolor y del amor; las dos cosas juntas pero principalmente, el amor.
- ¿En qué hora del día es más intenso tu sufrimiento?
- ¡Es claro! ¡Durante la celebración de la santa misa!
- ¿Durante el día tienes los mismos sufrimientos?
- ¡Pues estaríamos arreglados! ¿Cómo iba a poder trabajar entonces?
- ¿Cuánta gloria crees que das a Dios en la santa misa?
- ¡Una gloria infinita!
- ¿ Cómo tenemos que oir la santa misa?
- Como la oyeron en el Calvario la Santísima Virgen y las piadosas mujeres; del mismo modo a ser posible que el apostol san Juan...
- ¿Qué frutos recibimos al oir la santa misa?
- ¡Ah!¡Esto no se puede calcular! ¡Según tu devoción! ¡En el paraiso lo sabrás!
El Padre Pio fue escogido para ser víctima de amor y de dolor. Su victimación corredentora es una de las notas características de su espiritualidad; la llevó a término con gran fortaleza y generosidad y la practicó en todos los actos de su vida; pero, no hace falta decirlo, de manera principalísima mediante la participación viva y misteriosa de la Pasión de Jesús, con la celebración del misterio de la misa.
Paz y bien hermanos.
lunes, 13 de septiembre de 2010
LOS CARISMAS DEL PADRE PIO
Entendemos por carismas los dones místicos, las gracias extraordinarias que concede Dios, de vez en cuando, a ciertas almas. Son como los signos externos que avalan la veracidad del mensaje de esa persona. En él encontramos:
- Discernimiento : capacidad de leer las conciencias, don que utilizó frecuentemente durante el ministerio del sacramento de la Penitencia.
- Profecía: pudo anunciar eventos del futuro, incluida la llegada al papado de Pablo VI y de Juan Pablo II.
- Curación: curas milagrosas por el poder de la oración.
- Bilocación: estar en dos lugares al mismo tiempo.
- Perfume: la sangre de sus estigmas tenían fragancia de flores.
- Lágrimas: comprendía los misterios del Rosario hasta las lágrimas.
- Estigmas: recibió los estigmas el 20 de septiembre de 1918 y los llevó hasta su muerte 50 años después. Los médicos que observaron los estigmas del Padre Pío no pudieron hacer cicatrizar sus llagas ni dar explicación de ellas. Calcularon que perdía una copa de sangre diaria, pero sus llagas nunca se infectaron.
Es frecuente en la vida de los santos que el Señor los ilumine ya desde la juventud. Esto le ocurrió al Padre Pio, con las visiones habidas antes de su ingreso en el noviciado. La visión del guerrero, metiéndole en medio de la batalla, marcó un hito en su vida:" Pero Tú, que me mantenías oculto a los ojos de todos, tenías confiada a tu hijo, una Misión Grandísima que sólo a Tí y a mí se nos ha dado a conocer". Orar y sufrir como víctima por la salvación de las almas, así lo entendió. Pero esta misión no terminaría con su muerte, pues pidió a Jesús ser víctima para siempre en sus hijos espirituales, y así continuar con su mision de corredentor con Cristo hasta el fin de los días.
Solía decir: ¡Si supieran cuánto cuesta un alma!. Las almas no se dan como regalo: se compran. ¡Ustedes no saben lo que le costaron a Jesús!. Ahora y siempre hay que pagarlo con la misma moneda".
¿Somos nosotros conscientes de esto?
Paz y bien hermanos.
NO LO DEJARON EN PAZ.
EL PADRE PIO A LOS 35 AÑOS.
¡Déjeme en paz!-decía el Padre Pío; pero no era eso lo que se avecinaba. No le dejaron en paz, no, ya tenía las llagas, pero también le crucificaron de mil maneras diferentes: incomprensión, calumnias, mentiras, traición, persecución y aislamiento, completó su calvario. La oración, la obediencia a sus superiores y el completo abandono a la voluntad de Dios, le hizo aceptar todo con paz y perdonar.
Bignami, Gagliardi, Gemelli, compañeros con quien convivía y clérigos del mismo pueblo, fueron sus mayores detractores. En un primer momento por poner en evidencia a los propios clérigos que no llevaban la vida que devieran y en un segundo momento por el dichoso dinero, la codicia amigos, la codicia y la envidia.
Amigos mios, mirad a este hombre, un verdadero crucificado. Él solo queria rezar, rezar, ayudar a los demás y que lo dejaran en paz.
"Yo solo soy un fraile que reza"-decía.
¿Sabemos nosotros afrontar nuestras cruces?
Cuando nos traicionan, nos calumnian o nos tratan como a verdaderos histericos, ¿qué hacemos? ¿Nos apoyamos en nuestras propias fuerzas, o nos apoyamos en Dios? ¿Oramos? ¿Oramos por los que nos crucifican? ¿Qué o quién reina en nuestro corazón?
Padre Pio, tú que te asemejaste tanto a Cristo, nuestro Señor; enséñanos a sobrellevar nuestras cruces y a ayudar a nuestros hermanos a sobrellevarlas.
Paz y bien hermanos.
¡Déjeme en paz!-decía el Padre Pío; pero no era eso lo que se avecinaba. No le dejaron en paz, no, ya tenía las llagas, pero también le crucificaron de mil maneras diferentes: incomprensión, calumnias, mentiras, traición, persecución y aislamiento, completó su calvario. La oración, la obediencia a sus superiores y el completo abandono a la voluntad de Dios, le hizo aceptar todo con paz y perdonar.
Bignami, Gagliardi, Gemelli, compañeros con quien convivía y clérigos del mismo pueblo, fueron sus mayores detractores. En un primer momento por poner en evidencia a los propios clérigos que no llevaban la vida que devieran y en un segundo momento por el dichoso dinero, la codicia amigos, la codicia y la envidia.
Amigos mios, mirad a este hombre, un verdadero crucificado. Él solo queria rezar, rezar, ayudar a los demás y que lo dejaran en paz.
"Yo solo soy un fraile que reza"-decía.
¿Sabemos nosotros afrontar nuestras cruces?
Cuando nos traicionan, nos calumnian o nos tratan como a verdaderos histericos, ¿qué hacemos? ¿Nos apoyamos en nuestras propias fuerzas, o nos apoyamos en Dios? ¿Oramos? ¿Oramos por los que nos crucifican? ¿Qué o quién reina en nuestro corazón?
Padre Pio, tú que te asemejaste tanto a Cristo, nuestro Señor; enséñanos a sobrellevar nuestras cruces y a ayudar a nuestros hermanos a sobrellevarlas.
Paz y bien hermanos.
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