sábado, 10 de septiembre de 2011

SAN NICOLÁS DE TOLENTINO


San Nicolás de Tolentino nació en 1245 y murió el 10 de septiembre de 1305. Fue un sacerdote y místico italiano.


Miembro de la orden de los Agustinos, a la que accedió en 1256 tras una infancia y juventud de fervor religioso, se ordenó sacerdote en 1269 en Cingoli, y pasó a dedicar su vida al apostolado desde Tolentino. Centró su tiempo en la meditación y la oración, así como en la atención de los enfermos y necesitados.

Su vida de asceta dentro de la orden y algunas de sus costumbres personales como su renuncia a lo material, la dieta hipocalórica, la oración constante y su sueño irregular lo acercan a la de otros místicos cristianos a los que también se atribuye contacto con la divinidad.

Declarado santo en 1446 al atribuírsele más de 300 milagros, es considerado protector de las ánimas del Purgatorio, y se le considera intercesor por la justicia, la maternidad, la infancia y la salud. Su cuerpo incorrupto fue presentado en 1345, momento en el que le fueron amputados ambos brazos para la construcción de un relicario. Su día se festeja el 10 de septiembre

Sus restos se conservan en la Basílica de San Nicolás, en Tolentino (Italia).San Nicolás de Tolentino vio en un sueño que un gran número de almas del purgatorio le suplicaban que ofreciera oraciones y misas por ellas. Desde entonces se dedicó a ofrecer muchas santas misas por el descanso de las benditas almas. Quizás a nosotros nos quieran pedir también ese mismo favor las almas de los difuntos.




NOVENA A LAS ALMAS DEL PURGATORIO


ORACIÓN A SAN NICOLÁS DE TOLENTINO

¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino! Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas benditas, consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus delitos y sus penas, para que saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios. Y a mi, tu devoto siervo, alcánzame, ¡oh gran santo!, la más viva compasión y la más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas. Amén.

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