viernes, 7 de enero de 2011

PESCADOR DE HOMBRES

Santo Evangelio según San Marcos (1,14-20):

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Reflexión
Juan Bautista termina su actividad y da paso a la de Jesús, que se centrará sobre todo en la proclamación de la Palabra: “Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» Ese reino que Jesús anuncia no es la promoción de un territorio, de una nación, sino una experiencia de la nueva vida que Dios quiere para sus hijos e hijas.

Jesús se presenta en Galilea no como un profeta más, sino como aquel en quien comienza a hacerse realidad la soberanía universal de Dios como padre compasivo y salvador. Pero, por otra parte, si Dios ofrece la salvación, espera a su vez una respuesta de acogida de parte de las personas. Esta respuesta se concreta en la fe y la conversión, es decir, en el retorno sincero a Dios y en la confianza absoluta en el poder salvador de Dios, encarnado en la persona de Jesús.
La llamada de Jesús es siempre concreta, personal. Lo fue junto al lago de Galilea y lo es ahora a mi que estoy escribiendo este comentario y a ti, amigo, hermano en la fe, que lo estás leyendo. Y ¿para qué nos llama Jesús? Para “pescar hombres”, es decir, para multiplicar el amor de Dios. Que todas las personas con quienes me relacione hoy se dejen llenar de esa presencia amorosa de Dios.
Paz y bien hermanos.





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