martes, 18 de enero de 2011

EL SÁBADO ES PARA EL HOMBRE


Santo Evangelio según San Marcos (2,23-28):

Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas.
Los fariseos le dijeron: «Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»
Él les respondió: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros.»
Y añadió: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»

Reflexión
Otra vez un conflicto relacionado con la práctica del amor que se ha puesto detrás de la ley. La mayoría de nuestros países presumen de ser democráticos; si algo caracteriza a la democracia es “el imperio de la ley”, a través del cual se articula un estado de derecho. Ya sabemos que la democracia tiene sus lagunas, aunque es mejor que otros sistemas políticos bastante deplorables y abusivos. A donde quiero ir a parar es que también nosotros hemos puesto demasiadas esperanzas en la ley. Cierto que la necesitamos para ordenar nuestra convivencia y para articular nuestra vida de fe. Pero Jesús no se cansa de advertirnos que tengamos cuidado de no contentarnos con su cumplimiento.

Una tentación fuerte es conformarnos con lo que “tenemos que hacer”, con lo “políticamente correcto”, y no ir más allá, no dar pasos, no arriesgar, no ser más pasionales y embriagarnos más. La ley nos orienta, pero también puede adormecernos y hacernos tibios. Revísate en poco con la Palabra de hoy: ¿eres de los que cumplen o de los que van más allá? ¿Te conformas con realizar tus obligaciones o tienes capacidad de salir más hacia afuera, al encuentro del otro? ¿Eres tibio o caliente? Porque el Evangelio nunca nos llama a estar quietos, sino a buscar siempre el rastro de la Vida en todos los acontecimientos y momentos de nuestra jornada. Para el cristiano la ley es un instrumento para amar más y mejor, no un fin en sí misma. Haz un breve repaso y pide al Señor luz para detectar aquellas normas y leyes que te atan desde hace tiempo y no te hacen más libre ni mejor cristiano/a, y pídele que te libere de ellas.
Paz y bien hermanos.



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