miércoles, 19 de enero de 2011

EXTIENDE TU MANO


Santo Evangelio según San Marcos (3,1-6):
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

Reflexión
Por si ayer no nos había quedado del todo claro, Jesús manifiesta a través de la curación del hombre de la mano paralizada, el verdadero sentido de la ley: la justicia y la misericordia con el prójimo. Jesús sabe que lo están observando, y que estos fariseos son gente poderosa e influyente. Jesús es valiente, o mejor dicho, el quedar bien no está por encima de la verdad que enseña y el amor que practica con esta curación. Le hubiese sido más fácil no meterse en problemas y dejar las cosas tal y como estaban, pues queda bastante mal delante de estos poderosos que lo “vigilaban” como nos matiza el evangelista Marcos.

Pues bien, nos confrontamos con la Palabra de hoy: ¿y tú? ¿Y yo? ¿Estamos liberados del dios “quedar bien”, del dios “apariencia”, del dios “ahora no que me están observando”? ¿Tenemos que crecer más en libertad? Yo al menos sí. La presión de hacer lo que otros hacen, o mejor dicho no hacer lo que no se suele hacer, de nadar contra corriente cuando se nos presenta la ocasión o las circunstancias no sitúan en nuestra vida ante determinadas decisiones que tomar, ¿somos libres? El que lo esté que tire la primera piedra. Yo al menos voy a orar hoy pidiéndole a Jesús que me dé un poco de su libertad, mezclada con valentía, que me libere del peso absurdo del qué dirán, que me haga más indiferente para no pensar tanto en si está bien visto o mal visto… No sé, cada uno sabe qué es aquello que le impide “curar” cuando le están vigilando. Pero todos queremos obrar con las actitudes de Jesús. ¡Señor, haznos crecer en ellas!
Paz y bien hermanos.



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