lunes, 18 de abril de 2011

GETSEMANÍ


¡Amoroso y Divino Jesús crucificado,
que lleno de amor a los hombres,
 te ofreciste ante el Eterno Padre
como víctima expiatoria
de los crímenes del mundo!

 Ya que me concediste la gracia de inspirarme,
que me ofrezca contigo en holocausto,
como víctima que une sus dolores a los tuyos
en desagravio de tantas culpas...

Yo, criatura indigna y miserable,
postrada delante de tu Cruz y
con la ayuda de tu gracia, confirmo
y ratifico mi promesa de querer padecer
con los mismos fines que Tú en ella padeciste...

 Recibe todo mi ser en holocausto
y haz de mi lo que quieras.
Sobre los brazos de tu Cruz
abro los míos para perdonar
 y abrazar a todos mis enemigos,
cuyo bien y salvación deseo
y prometo solemnemente procurar
cuanto sea de mi parte,
así como el alivio de sus penas e infortunios.

Y en fe de mi promesa,
adoro y beso esa Cruz sacrosanta,
desde la cual exclamaste
momentos antes de expirar:
«Padre mío, perdónalos a todos,
como yo los perdono.»


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