
A golpes de cincel
viernes, 21 de noviembre de 2025
UNA INTRODUCCIÓN CATÓLICA A LA BIBLIA VOLUMEN 1. EL ANTIGUO TESTAMENTO

viernes, 14 de noviembre de 2025
CARTA ABIERTA DE UNA VICTIMA DEL CLERICALISMO
Escribo esto; para
señalar una dificultad pastoral
significativa, en mi trayectoria de casi 20 años como laica comprometida, y que afecta la salud de muchas comunidades: el abuso de poder y maltrato psicológico/espiritual,
frecuentemente catalizado por
diferencias en la línea teológica.
Este maltrato es sutil, no deja marcas físicas, pero
destruye la fe y la confianza. Se manifiesta a través del juicio, etiquetado y una oposición pasiva donde, sin negar las
iniciativas (otras veces sí), se les
niega todo apoyo. Iniciativas
laicales genuinas (como grupos de oración o estudio bíblico) que no se
alinean con la visión ideológica dominante.
El desprecio y
la indiferencia intencionados desgastan y destruyen. La víctima es
etiquetada como "rebelde" o "inmadura", se la culpabiliza,
se le hace el vacío y, finalmente, se
va (no es echada explícitamente), con su fe seriamente herida.
La raíz de este problema es una cultura clericalista que impregna a
ministros ordenados y laicos, buscando imponer el control sobre la comunión.
Para prevenir esta pérdida de almas y talento, y
avanzar hacia la misión de ser un verdadero hospital de campaña para la sociedad, propongo:
- Se reconozca y aborde el abuso espiritual como una forma real y dañina
de maltrato.
- Se implemente
formación sobre la ética del poder y prevención del abuso psicológico para todo
el clero y líderes laicos.
- Se establezca
un canal de acogida y escucha
de las víctimas de esta dinámica, iniciando
un camino de acercamiento y curación de las personas heridas en la
Iglesia.
Es urgente construir la unidad en la diversidad de carismas, sin confundirla con la uniformidad.
Joven, ¿cansado de lo superficial? ¡Descubre una fe que te transforma!
Si buscas una conexión genuina, un propósito que vaya más allá de tú día a día, y una comunidad que te acompañe en tu camino, te invitamos a ser parte de los Grupos de Oración del Padre Pío.
Nuestra espiritualidad: Un camino de encuentro
Inspirados en la espiritualidad franciscana que el Padre Pío hizo suya, no buscamos una fe complicada, sino una que sea simple y profunda. Aprendemos a vivir la humildad, la sencillez y el amor por la creación. Aquí, cada persona es valiosa, y el encuentro con Dios se da en la oración silenciosa, en el servicio a los demás y en la alegría compartida.
El cimiento de nuestra fe: La Palabra de Dios
Nuestras reuniones no son solo un momento para rezar, sino también para nutrirnos de las Sagradas Escrituras. La Biblia es la guía de nuestro camino, la brújula que nos orienta. Juntos, meditamos la Palabra de Dios, buscando entender cómo aplicarla a nuestras vidas para vivir con más luz y verdad.
Nuestro corazón: La caridad y la fraternidad
La fe sin obras está muerta. Por eso, el corazón de nuestro grupo es la caridad. Nos apoyamos mutuamente, nos escuchamos con atención y estamos atentos a las necesidades de los demás. Más que un grupo, somos una fraternidad: una familia de jóvenes que se elige para caminar juntos, para animarse en la alegría y para ser un hombro en la dificultad.
Si buscas una fe viva, que se viva en comunidad y que te impulse a ser mejor persona cada día, este es tu lugar.
¿Te animas a descubrir la belleza de esta espiritualidad?
¿POR QUÉ TENER UN GRUPO DE ORACIÓN PADRE PÍO EN LA PARROQUIA?
En un mundo
marcado por el ruido, la prisa y la indiferencia, los Grupos de Oración del
Padre Pío nacen como oasis de paz y encuentro profundo con Dios. Inspirados
en la rica espiritualidad franciscana de San Pío de Pietrelcina, estos grupos
no son simples reuniones, sino auténticas escuelas de vida espiritual en
las que se cultiva la fe, la esperanza y el amor cristiano con profundidad y
compromiso.
¿Qué los
hace únicos?
- Espiritualidad franciscana viva:En cada encuentro se respira el espíritu de San Francisco: humildad, sencillez, alegría interior y profundo amor por Cristo crucificado. Siguiendo el ejemplo del Padre Pío, se busca vivir el Evangelio con radicalidad, en la vida cotidiana, con los pies en la tierra y el corazón en el cielo.
- Meditación de las Sagradas Escrituras:No hay auténtica oración sin escucha. Por eso, cada reunión gira en torno a la meditación profunda de la Palabra de Dios. En comunidad, guiados por el Espíritu Santo, se descubre cómo la Palabra ilumina cada aspecto de la vida personal y familiar, transformando el corazón.
- Caridad activa y concreta:La oración sin obras está incompleta. Los Grupos de Oración no se quedan en lo espiritual: se organizan para llevar consuelo a los enfermos, apoyo a los necesitados y presencia cristiana en las periferias de la parroquia. Siguiendo el ejemplo del Padre Pío, el amor al prójimo es una forma de amar directamente a Cristo.
- Apostolado comprometido:Cada miembro es llamado a ser luz en medio del mundo, no sólo dentro del templo. A través del testimonio de vida, la participación en la liturgia, y la promoción de valores cristianos en sus familias y entornos, los integrantes se convierten en misioneros silenciosos y eficaces del Reino de Dios.
¿Por qué tener un Grupo de Oración del Padre Pío en la
parroquia?
Porque es
una respuesta concreta a la necesidad urgente de renovar la vida espiritual
de nuestras comunidades. Es una semilla que, al crecer, fortalece la
unidad parroquial, enriquece la vida litúrgica, forma laicos maduros en
la fe y crea un ambiente de fraternidad donde el Espíritu Santo puede obrar
con libertad.
Y para los
laicos, es una oportunidad realista y profunda de santificación, que no
exige grandes conocimientos ni experiencias previas, sino un corazón
dispuesto a dejarse amar y transformar por Dios.
"La oración es la mejor arma que tenemos: es la
llave del corazón de Dios"
— San Pío
de Pietrelcina
Los Grupos
de Oración no son una moda ni una devoción más. Son una obra nacida del
corazón de Cristo, inspirada en un santo que vivió el Evangelio hasta las
últimas consecuencias, y que hoy sigue intercediendo por todos los que
buscan a Dios con sinceridad.
Los Grupos de oración Padre Pío ante todo: “Viveros de fe y hogares de amor”
Los grupos de oración de Padre Pío son una manifestación
vibrante en la vida de la Iglesia, que no compite, sino que fortalece y
enriquece. Estos grupos no buscan reemplazar a nada, ni a nadie, sino ofrecer un espacio de
apoyo mutuo, tanto espiritual como personal, donde en lugar de un espíritu de enfrentamiento, florezca un
espíritu de colaboración fructífera, donde la parroquia sea un
hogar, una comunidad y fuente de la gracia. Un lugar de crecimiento en la fe,
compartiendo luchas y alegrías,
profundizando en la oración personal y comunitaria.
La riqueza de la unidad en la diversidad
Así como el cuerpo humano tiene muchas partes, el
cuerpo de Cristo, enriquecido por el Espíritu Santo, se compone de diversos
miembros con distintos carismas, y cada uno es fundamental para el buen
funcionamiento del conjunto. La diversidad de miembros no es una debilidad,
sino una fortaleza y Dios ha puesto a cada uno en su lugar para el bien común. Los
grupos de oración de Padre Pío son uno de esos miembros.
Así como en una familia, cada miembro tiene su rol y
su función, en la Iglesia, cada movimiento, cada comunidad y cada grupo de
oración contribuye a la salud y vitalidad del cuerpo. Los grupos de oración de
Padre Pío ofrecen un camino de santidad a través del carisma del santo de
Pietrelcina, una espiritualidad que inspira a miles de fieles a vivir el
evangelio de forma radical. En esta sinfonía de carismas, la unidad no
reside en la uniformidad, sino en el reconocimiento y la valoración de las
diferencias que, al converger en Cristo, construyen un solo cuerpo fuerte y
lleno de vida.
Viveros de fe y Hogares de Amor
Padre Pío, con su profunda intuición pastoral,
describía sus grupos de oración como "viveros de fe y hogares de
amor". Esta hermosa definición captura la esencia de su propósito.
Como viveros, son lugares donde la semilla de
la Palabra de Dios se siembra y se cuida con esmero, permitiendo que la fe de
los miembros eche raíces profundas y crezca fuerte. Aquí, los participantes no
solo escuchan el Evangelio, sino que lo meditan, lo interiorizan y lo ponen en
práctica en su vida diaria, convirtiéndose en auténticos evangelizadores en sus
propios entornos.
Como hogares de amor, estos grupos ofrecen un refugio seguro y acogedor donde cada persona es aceptada, apoyada y amada incondicionalmente. En un mundo a menudo frío y solitario, estos grupos se convierten en una verdadera familia espiritual, donde se comparten las alegrías y se alivian las penas. Este amor fraterno es el motor que impulsa la oración y la acción, haciendo de cada grupo un testimonio vivo del amor de Cristo. Por lo tanto, los grupos de oración de Padre Pío no compiten, sino que nutren y enriquecen, actuando como faros de luz que iluminan y fortalecen el cuerpo místico de Cristo.…
Inspirados
en la espiritualidad franciscana de San Pío de Pietrelcina, los Grupos de
Oración son espacios de:
·
Meditación de la Palabra de Dios
·
Oración profunda y comunitaria
·
Caridad concreta y fraterna
·
Apostolado comprometido en la vida cotidiana
No se
necesita experiencia previa. Solo un corazón abierto a Dios.
¡Una oportunidad para renovar tu fe y tu vida espiritual!
LA RIGIDEZ NO CONOCE IDEOLOGÍAS
Si bien la
crítica a la rigidez doctrinal se dirige frecuentemente a los sectores
más conservadores o tradicionalistas de la Iglesia, la realidad
es que la actitud dictatorial y la inflexibilidad son fallos
humanos que pueden manifestarse en cualquier extremo del espectro teológico
o pastoral.
Los" progresistas"
dentro de la Iglesia pueden caer en una forma de rigidez que es igual de
excluyente y dañina:
1.
Dogmatismo
Inverso: Pueden ser inflexibles en lo que consideran la única
interpretación "correcta" o "relevante" del Concilio
Vaticano II, de la justicia social, o de la liturgia. Si alguien no está a la
altura de su criterio de "apertura", puede ser rápidamente marginado
o etiquetado como "atrasado" o "irrelevante".
2.
Autoritarismo
del "Espíritu": A veces, esta
facción puede usar el "espíritu del Concilio" o la necesidad de
"discernimiento pastoral" como una nueva vara de medir que
aplasta cualquier forma de piedad o práctica que no encaje en su visión eclesial.
3.
Intolerancia a
la Diversidad: Aunque abogan por la inclusión general, pueden ser
profundamente intolerantes con quienes tienen legítimas sensibilidades
hacia otras formas de expresión de fe, imponiendo sus propios cánones estéticos
o teológicos con una dureza sorprendente.
Las heridas
son reales y demuestran un punto fundamental: el problema no es la posición
teológica (ser conservador o liberal), sino la actitud con la que se
sostiene esa posición. La humildad y la caridad pastoral son las
únicas defensas contra la tentación de la dictadura, sin importar dónde
se sitúe uno.
Es un
recordatorio de que toda ideología, incluso la que se etiqueta como
"liberadora", puede convertirse en una prisión cuando se
absolutiza y se impone sin amor.
EL LAICO HA DE INSTRUIRSE PARA NO CAER EN EL CLERICALISMO, NI EN EL ABUSO DE PODER.
El Papa Francisco ha insistido mucho en que el clericalismo es un gran mal para la Iglesia, y se refiere a una actitud que confunde la autoridad con el poder, donde el clero (sacerdotes, obispos) se siente superior y el laico se reduce a un mero ejecutor pasivo, o en el caso de laicos "clericalizados", a imitar esas actitudes de superioridad o de sentirse una élite.
Cuando el Papa dice que el laico ha de "instruirse" para no caer en el clericalismo y el abuso de poder, se refiere a varios aspectos clave:
1. Conocimiento de su vocación y misión: Instruirse significa conocer y comprender profundamente lo que significa ser laico en la Iglesia según el Concilio Vaticano II: que son parte del "Pueblo de Dios", que tienen una dignidad y una misión propia por su bautismo, y que no son simplemente "ayudantes del cura", sino que deben ser protagonistas en el mundo y en la Iglesia.
2. Formación teológica y doctrinal: Adquirir una sólida formación en teología, doctrina social de la Iglesia, y Sagrada Escritura. Un laico bien formado es menos propenso a aceptar acríticamente todo lo que le diga un clérigo y es capaz de discernir y actuar con criterio propio.
3. Conciencia de corresponsabilidad: Instruirse para entender que la Iglesia es una comunión de bautizados donde todos son responsables, y no una estructura piramidal donde solo el clero manda. Esta conciencia les permite exigir, de manera constructiva, la sinodalidad y la participación real.
4. Madurez en la fe: Desarrollar un sentido crítico y una fe madura que les permita denunciar y rechazar el abuso de poder y el clericalismo (incluso si viene de otros laicos que quieren imitar al clero), actuando desde su propia vocación de servicio y no desde una ansia de "ser como el sacerdote".
En resumen, instruirse significa para el laico adquirir el conocimiento y la conciencia de su propia e inalienable dignidad y misión bautismal, para no ser ni un súbdito pasivo del clero ni un imitador de sus peores defectos.
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