Cada 28 de diciembre surge una pregunta que a muchos les desgarra el corazón: ¿Por qué Dios avisó a San José para salvar al Niño Jesús y permitió que los demás niños de Belén murieran bajo la espada de Herodes? ¿Es Dios selectivo o injusto?
La respuesta de la fe es profunda: Jesús no fue "salvado" por un privilegio egoísta. Fue preservado para una misión mayor: el Calvario. Dios no le evitó el sufrimiento, sino que lo pospuso para que, a través de su entrega en la Cruz, la salvación llegara a todos, incluidos esos pequeños de Belén. Ellos no fueron víctimas olvidadas; fueron los primeros mártires, heraldos de un Rey que moriría por la humanidad.
Hoy, la historia de Belén se repite de dos formas:
Los Inocentes de sangre: Aquellos que en países en guerra o de persecución religiosa son asesinados hoy mismo por llevar el nombre de Cristo.
Los Inocentes del descarte: Los niños no nacidos, los ancianos abandonados y los que sufren las consecuencias de un mundo que ha dado la espalda a Dios.
Como decía el Padre Pío, el sufrimiento de los inocentes no es en vano, es el que sostiene espiritualmente al mundo. Que hoy no sea un día de bromas vacías, sino de oración profunda por los que no tienen voz.
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"Es difícil entender por qué los más pequeños sufren, pero como decía el Padre Pío, su dolor sostiene al mundo aunque no lo veamos. Hoy quiero pedir especialmente por esos 'inocentes' que no tienen voz: los niños que sufren la guerra y los cristianos que tienen que esconderse para rezar. Si tienes a alguien especial por quien pedir hoy, deja su nombre o una vela (🕯️) aquí abajo para que todos nos unamos en su oración. 🙏"
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