jueves, 26 de mayo de 2011

SAN FELIPE NERI



Nació en Florencia, Italia, en 1515, uno de cuatro hijos del notario Francesco y Lucretia Neri. Muy pronto perdieron a su madre pero la segunda esposa de su padre fue para ellos una verdadera madre.

Desde pequeño Felipe era afable, obediente y amante de la oración. En su juventud le gustaba visitar a los padre dominicos del Monasterio de San Marco y según su propio testimonio estos padres le inspiraron a la virtud.

Es mandado por su padre con un tío suyo que le quiso dejar su fortuna, aunque decía: Le dejaría todo a este sobrino si no rezase tanto. Y es que Felipe, más que al negocio, atendía a las almas. Se entretenía con los clientes preguntándoles: ¿Ya vas Misa el domingo? ¿Comulgaste por Pascua? ¿Te sabes el Padrenuestro?... Como no le va el negocio, Felipe se marcha a Roma, y ya no se va a mover de ella nunca. Hasta los treinta y seis años, Felipe es un apóstol seglar: visita hospitales, enseña catecismo, atiende a los pobres... Al fin se ordena de sacerdote, y piensa en ir a las misiones de las Indias. Pero recibe este aviso del Cielo: Felipe, tus Indias están en Roma. No te moverás de aquí.


Así, Felipe será el gran Santo de Roma. Horas inacabables de confesonario... Procesiones interminables cada día de iglesia en iglesia con la gente humilde, a la que enseña a rezar y a vivir bien... Atención a pobres y a enfermos, porque es un héroe de la caridad... Horas y horas con turbas de niños, con los que juega y se divierte, aunque los mayores no entienden cómo los aguanta. Pero él contesta: Con tal que no ofendan a Dios, si les gusta pueden cortar leña sobre mis espaldas. Y se dirige a los niños: ¡A jugar y a divertirse todo lo que se pueda! Lo único que os pido es que no cometáis nunca un pecado mortal...

Es muy conocido el fenómeno del corazón: se le inflamó de tal modo que le estalló y le dobló dos o tres costillas... Al celebrar la Misa, se quedaba absorto, fijos los ojos en la Sagrada Hostia después de la consagración... El monaguillo se escapaba de la iglesia y lo dejaba solo en el altar. Regresaba al cabo de dos horas, Felipe volvía en sí, y proseguía la celebración...


Más de una vez ha intentado el Papa nombrarlo Cardenal. Felipe lo rechaza siempre, pero sin despreciar ni ofender. Cuando se lo comunican, toma su bonete viejo, lo lanza al aire haciendo piruetas, y exclama riendo: ¡Cielo, cielo, que no cardenalatos quiero!...

Llegado el último día, Felipe Neri tenía que morir con el buen humor con que había vivido. Era el 25 de Mayo de 1595. Se levanta, dice la Misa como de costumbre, se confiesa, reza, y da a sus discípulos del Oratorio un brazo. Se acuesta otra vez, y pregunta en medio de la noche: -¿Qué hora es? -Las tres. -¿Las tres? Tres y dos son cinco, tres y tres son seis, y a las seis la partida... A las seis se iba al Cielo.

Incomprendido a veces o acusado falsamente, nunca se defendía. Tan penitente, que casi no comía, y como enflaquecía mucho y se lo hacían notar, él respondía con su clásico buen humor: No, si lo que pasa es que no quiero engordar... Dios le recompensaba con tal fervor en la oración y tanta felicidad espiritual, que exclamaba con frecuencia: ¡Basta, Señor, basta, que no puedo con tanta dicha!...




Aquí os mando un link através del cual podréis ver la película
completa de San Felipe Neri:


Y aquí la novena: http://www.devocionario.com/pdf/neri1.pdf

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