viernes, 14 de noviembre de 2025

LA RIGIDEZ NO CONOCE IDEOLOGÍAS

 



Si bien la crítica a la rigidez doctrinal se dirige frecuentemente a los sectores más conservadores o tradicionalistas de la Iglesia, la realidad es que la actitud dictatorial y la inflexibilidad son fallos humanos que pueden manifestarse en cualquier extremo del espectro teológico o pastoral.

Los" progresistas" dentro de la Iglesia pueden caer en una forma de rigidez que es igual de excluyente y dañina:

1.     Dogmatismo Inverso: Pueden ser inflexibles en lo que consideran la única interpretación "correcta" o "relevante" del Concilio Vaticano II, de la justicia social, o de la liturgia. Si alguien no está a la altura de su criterio de "apertura", puede ser rápidamente marginado o etiquetado como "atrasado" o "irrelevante".

2.     Autoritarismo del "Espíritu": A veces, esta facción puede usar el "espíritu del Concilio" o la necesidad de "discernimiento pastoral" como una nueva vara de medir que aplasta cualquier forma de piedad o práctica que no encaje en su visión eclesial.

3.     Intolerancia a la Diversidad: Aunque abogan por la inclusión general, pueden ser profundamente intolerantes con quienes tienen legítimas sensibilidades hacia otras formas de expresión de fe, imponiendo sus propios cánones estéticos o teológicos con una dureza sorprendente.

Las heridas son reales y demuestran un punto fundamental: el problema no es la posición teológica (ser conservador o liberal), sino la actitud con la que se sostiene esa posición. La humildad y la caridad pastoral son las únicas defensas contra la tentación de la dictadura, sin importar dónde se sitúe uno.

Es un recordatorio de que toda ideología, incluso la que se etiqueta como "liberadora", puede convertirse en una prisión cuando se absolutiza y se impone sin amor.

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