jueves, 16 de junio de 2016

A PIETRELCINA 100 AÑOS DESPUÉS




11 Febrero 2016 
Procedente de la Basílica de San Pedro y por voluntad del Papa Francisco en el marco del Año de la Misericordia, los restos del Santo Padre Pío volvieron hoy a la localidad de Pietrelcina y así se cumplió la profecía que el mismo fraile capuchino hizo sobre su regreso a la ciudad.
Durante toda la mañana llovió en Pietrelcina hasta que llegó el Padre Pío. Salió el sol y sirvió de marco “para este retorno histórico que ocurre 100 años después” de su llegada a esta localidad ocurrida en 1916.
Orazio Pennelli, sobrino bisnieto del Padre Pío comenta que “la relación (del Santo) con Pietrelcina es profunda, sentida. Si bien no estuvo aquí físicamente este tiempo, siempre estuvo presente, sobre todo aquí en Chiana Rumana, en este lugar al que estaba muy ligado”.
Los restos del Padre Pío estuvieron en Pietrelcina hasta el domingo 14 de febrero en la iglesia de la Sagrada Familia, que permaneció abierta todo el día y durante toda la noche para poder recibir a la gran cantidad de fieles llegados desde muchos lugares para ver al Santo que recibió los estigmas de Cristo.
LA PROFECÍA
En agosto de 1968, poco antes de su muerte, el Padre Pío conversaba con el Padre Mariano da Santa Croce, quien le dijo que volvería a su ciudad natal “algunos años después de su muerte (…) El Señor sabe… y lo llamará también a usted al Paraíso. Luego de su muerte, habrá signos, prodigios, milagros y la Iglesia lo elevará a los altares. Entonces traerán su cuerpo aquí y se hará una bella procesión hacia Pietrelcina ¿Lo he dicho bien?”
El Santo, señala el diario Avvenire de los obispos italianos, juntó sus manos y tras mover la cabeza dos veces le dijo al otro sacerdote: “Y así será”.
El 17 de febrero de 1916 y luego de un periodo de convalecencia que transcurrió en varios conventos de la zona y en Pietrelcina, el Padre Pío dejó su ciudad natal para ingresar a la comunidad religiosa de Santa Ana en Foggia.
Luego de una temporada en Foggia partió a San Giovanni Rotondo en donde sirvió hasta su muerte el 23 de septiembre de 1968.
San Pío de Pietrelcina vivió entre 1887 y 1968. Recibió los estigmas y tuvo visiones místicas de Cristo. El Santo tenía "la frente alta y serena, la mirada vivaz, dulce; y la expresión con visos de bondad y sinceridad".
Era muy gentil con sus hermanos; muy amado por sus superiores; transcurría de 10 a 12 horas al día confesando y celebraba la Misa con gran devoción.
Fue beatificado en 1999 y canonizado en 2002 por el Papa San Juan Pablo II.

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