domingo, 16 de octubre de 2011

SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE


Margarita nace el 22 de julio de 1647 en el pequeño pueblo de Lautecour en Francia. Su padre Claudio Alacoque, juez y notario. La mamá Filiberta Lamyn. Los hijos son cinco. La menor es Margarita. El párroco, Antonio Alacoque, tío suyo, la bautiza a los tres días de nacer. Ella dice en su autobiografía que desde pequeña le concedió Dios que Jesucristo fuera el único dueño de su corazón. Y le concedió otro gran favor: un gran horror al pecado, de manera que aun la más pequeña falta le resultaba insoportable.
Siendo todavía una niña, un día en la elevación de la Santa Hostia en la Misa le hizo a Dios la promesa de mantenerse siempre pura y casta. Voto de castidad. Aprendió a rezar el rosario y lo recitaba con especial fervor cada día y la Virgen Santísima le correspondió librándola de muchos peligros.
En el colegio de las Clarisas  a los nueve años hace la Primera Comunión. Dice: "Desde ese día el buen Dios me concedió tanta amargura en los placeres mundanos, que aunque como jovencita inexperta que era a veces los buscaba, me resultaban muy amargos y desagradables. En cambio encontraba un gusto especial en la oración". Contrae una enfermedad que la tuvo paralizada por varios años. Pero se le ocurrió consagrarse a la Virgen Santísima y ofrecerle propagar su devoción, y Nuestra Señora le concedió la salud.


Era muy joven cuando quedó huérfana de padre, y entonces la mamá de Don Claudio Alacoque y dos hermanas de él, se vinieron a la casa y se apoderaron de todo y la mamá de Margarita y sus cinco niños se quedaron como esclavizados. Todo estaba bajo llave y sin el permiso de aquellas tres mujeres no salía nadie de la casa, y a Margarita no le permitían ni siquiera salir entre semana a la iglesia. Ella se retiraba a un rincón y allí rezaba y lloraba. La regañaban continuamente. En medio de tantas penas le pareció que Nuestro Señor le decía que deseaba que ella imitara lo mejor posible en la vida de dolor al Divino Maestro que tanto sufrió en su Pasión y muerte. En adelante a ella no sólo no le disgusta que le lleguen penas y dolores sino que acepta todo esto con el mayor gusto por asemejarse lo mejor posible a Cristo sufriente.
Lo que más la hacía sufrir era ver lo  mal y lo despóticamente trataban a su madre. Ella le insistía en que ofrecieran todo esto por amor de Dios. Una vez su madre enfermó tan gravemente de erisipela que el médico diagnosticó  que no tenía curación. Margarita se fue a  Misa por la salud de la enferma y cuando regresó encontró que había comenzado a curar de manera admirable e inexplicable. Lo que más le atraía era el Sagrario. En el templo se colocaba cerca del altar, tal era su amor a la Eucaristía y quería hablarle y escucharle.
A los 18 años por deseo de sus familiares empezó a arreglarse esmeradamente y a frecuentar amistades y fiestas sociales con jóvenes. Pero estos pasatiempos mundanos le dejaban una profunda tristeza. Su corazón deseaba dedicarse a la oración y a la soledad. Pero la familia le prohibía todo esto. El demonio le insinuaba que si se iba religiosa no sería capaz de perseverar y tendría que volverse a su casa con vergüenza y desprestigio. Rezó a la Virgen y Ella le alejó este engaño y tentación y la convenció de que siempre la ayudaría y defendería. Un día al comulgar sintió que Jesús le decía: "Soy lo mejor que en esta vida puedes elegir. Si te decides a dedicarte a mi servicio tendrás paz y alegría. Si te quedas en el mundo tendrás tristeza y amargura". Desde entonces decidió hacerse religiosa, costara lo que costara.


En el año 1671 fue admitida en la comunidad de La Visitación, fundada por San Francisco de Sales. Entró en el convento de Paray-le=Monial. Una de sus compañeras de noviciado dejó escrito: "Margarita dio muy buen ejemplo a las hermanas por su caridad; jamás dijo una sola palabra que pudiera molestar a alguna, y demostraba una gran paciencia al soportar las duras reprimendas y humillaciones que recibía frecuentemente".La pusieron de ayudante de una hermana de carácter muy fuerte y ésta se desesperaba porque Margarita era tan tranquila y callada. La superiora empleaba métodos duros y violentos que hacían sufrir mucho a la joven religiosa, pero nunca daba la menor muestra de disgusto. El Señor la purificaba para  revelaciones que le iba a dirigir.
El 27 de diciembre de 1673 se le apareció por primera vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella había 
edido permiso para ir los jueves de 9 a 12 de la noche a adorar al Santísimo Sacramento, reparando los sufrimientos y la oración de Jesús en Getsemaní. De pronto se abrió el sagrario y apareció Jesucristo. Sobre el manto su Sagrado Corazón, rodeado de llamas y con una corona de espinas encima, y una herida. Jesús señalando su corazón con la mano le dijo: "He aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres y en cambio recibe ingratitud y pecados. Tú debes procurar desagraviarme". El Señor le pidió que se dedicara a propagar la devoción al Corazón de Jesús porque el mundo está muy frío en amor a Dios y es necesario enfervorizar a las personas por este amor. Durante 18 meses el Corazón de Jesús se le fue apareciendo. Le pidió que se celebrara la Fiesta del Sagrado Corazón cada año el Viernes de la semana siguiente a la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
El Corazón de Jesús le hizo a Santa Margarita unas promesas maravillosas para los que practiquen esta devoción. "Bendeciré las casas donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Daré paz a las familias. A los pecadores los volveré buenos y a los que ya son buenos los volveré santos. Asistiré en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la comunión de los primeros Viernes para pedirme perdón por tantos pecados que se cometen"

Margarita le decía al Sagrado Corazón: "¿Por qué no eliges a otra que sea santa, para que propague estos mensajes tan importantes? Yo soy demasiado pecadora y muy fría para amar a mi Dios". Jesús le dijo: "Te he escogido a ti que eres un abismo de miserias, para que aparezca más mi poder. Y en cuanto a tu frialdad en amor, te regalo una chispita del amor de mi Corazón". Y le envió una chispa de la llama que ardía sobre su Corazón, y desde ese día la santa empezó a sentir un amor grandísimo a Dios y era tal el calor que le producía su corazón que en pleno invierno, a varios grados bajo cero, tenía que abrir la ventana de su habitación porque sentía que se quemaba con la gran llama de amor que ardía en su corazón.
El Señor le decía: "No hagas nada sin permiso de las superioras. El demonio no tiene poder contra las que son obedientes". Margarita enfermó gravemente. La superiora le dijo: "Creeré que sí son ciertas las apariciones de que habla, si el Corazón de Jesús le concede la curación". Pidió al Sagrado Corazón que la curara y sanó inmediatamente. Desde ese día su superiora creyó que sí en verdad se le aparecía Nuestro Señor.

Dios envió de capellán al convento de Margarita al Padre Claudio de la Colombiere y este hombre de Dios que era jesuita, obtuvo que en la Compañía de Jesús fuera aceptada la devoción al Corazón de Jesús. Desde entonces los jesuitas la han propagado por todo el mundo. Hoy el Padre Claudio es venerado por la Iglesia como San Claudio de la Colombiere.
Margarita fue nombrada Maestra de novicias. Enseñó a las novicias la devoción al Sagrado Corazón, ue consiste en imitar a Jesús en su bondad y humildad y en confiar inmensamente en Él, en ofrecer oraciones y sufrimientos, misas y comuniones para desagraviarlo, y en honrar su santa imagen y aquellas jóvenes progresaron rapidísimamente en santidad. Luego enseñó a su hermano, comerciante, esta devoción y también hizo admirables progresos en santidad. Los jesuitas comprobaban que en las casas donde se practicaba la devoción al Corazón de Jesús las personas se volvían mucho más fervorosas. El Corazón de Jesús le dijo: "Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí". Antes de morir obtuvo que en su comunidad se celebrara por primera vez la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
El 17 de octubre de 1690 murió llena de alegría porque podía ir a estar para siempre en el cielo junto a su amadísimo Señor Jesús, cuyo Corazón había enseñado ella a amar tanto en este mundo. "Jesús manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo"."Sagrado Corazón de Jesús. En voz confío".




NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



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