La alegría es un signo del Reino. Un santo triste es un triste santo. Esa imagen tan triste, grave o si acaso irreal con la que nos presentan a los santos, hace que ni siquiera nos plateemos ser lo.
Todos estamos llamados a ser santos y no santos tristes, sino alegres, llenos de vida, de amor, llenos de Dios.
Hacer reir a Dios, ser su juglar, cantar, dar volteretas, ofrecerle todo tu ser. Piensa cómo puedes hacer sonreir a Dios, hoy. La risa sana, es signo de felicidad. Si Dios sonrie, los hermanos sonrien y tu sonries. Ser feliz y hacer felices a los demás.
Dios nos quiere santos, pero sin anular nuestra personalidad, ni nuestros "defectillos", que los hay. Quizás lo que no me gusta de mí, eso es lo que él utiliza para santificarme. Porque Dios, no usa nuestra medida, ni nuestra lógica. Él tiene su propia pedagogía para cada uno de nosotros y su propia lógica. El mundo de hoy necesita santos alegres. ¿Te animas?
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