Del Padre Pio de Pietrelcina quedan impresas, en la mente y en el corazón, las imágenes atadas a los estigmas, su oblación a Dios, las gracias y los milagros obrados por su intercesión, el ministerio sacerdotal sublimado sobre el altar y en el confesionario, el amor para Jesús crucificado y para la Virgen Maria.
Sin embargo, aparte estos aspectos que pertenecen a la dimensión de fe del fraile estigmatizado, hay algunos elementos intensamente humanos que desmienten aquella imagen severa, pero no verdadera, que lo acompaña. Tras la cáscara dura del fraile huraño, Padre Pio esconde una ternura extraordinaria que revela en muchos momentos de intimidad familiar y de vida religiosa. Son los momentos más escondidos de su vida.
Padre Benedetto de S. Elia, que ha estado cerca de Él y será testigo de su fallecimiento, dice: "Padre Pio tenía un corazón de oro y muchas veces se comportaba por su sencillez y la manifestación de sus cariños, como un eterno niño, exultante ante las sorpresas, desde la toma de tabaco a la oferta de una chocolatina".
Era un hombre que apreciaba plenamente la alegría de la amistad y que siempre se mostraba sensible a cada mínima cortesía, correspondiendo en ruegos y gracias. Tenía un fuerte sentido de humanidad y bondad, que se derramaba hacia todo, empezando por sus parientes, hijos espirituales, para acabar con todas las almas que encontró a lo largo de su vida. .
A menudo se ha hablado del gran cariño de Padre Pio hacia su madre Peppa (Giuseppa Di Nunzio). Me gustaría aquí reconducir un hermoso diálogo ocurrido el 5 diciembre del 1928 sobre la plazoleta del convento de S. Giovanni Rotondo. Mamá Peppa encuentra al hijo y le toma una de las manos llagadas. Luego, mientras la besa le dice: "Padre Pio, te beso la mano de parte de tía Libera, de tía Pellegrina, tía Filomena...... y tanto otras tías y parientes.
Luego, mirándolo tiernamente, exclama: Y ahora la beso por "mí". Pero a estas palabras el hijo, retirando enseguida las manos, contesta: "¡Esto nunca! El hijo tiene que besar la mano a la mamá y no la mamá al hijo".
La expresión del rostro y sobre todo ante su mirada profunda y al tiempo infantil, era como ver a un niño sin malicia.
"era tan simple y bueno, que casí era infantil, e inspira simpatía y comprensión por su gran sinceridad....."
"era tan simple y bueno, que casí era infantil, e inspira simpatía y comprensión por su gran sinceridad....."
Su humildad y modestia... caracterizan su espíritu.... Su humilde devoción hacia sus superiores, el amor fraterno que lo une a todos los que lo circundan, serían de por si elementos suficientes a expresar el valor y el equilibrio de su psique".
Un Padre Pio alegre, simpático, burlón, parece así diferente de lo que muchas veces aparecen entre las muchedumbres de los fieles. El mismo Padre Pio confía a su superior:
"..... se me tiran encima como hienas: me aprietan la mano como en una mordaza, me tiran los brazos, me comprimen de cada parte para llegar a tocarme... y yo me veo perdido, y tengo que hacer duro.
Lo siento mucho, pero si no lo hago, me matan".
Lo siento mucho, pero si no lo hago, me matan".
A un seminarista de Varazze que se disculpaba por haberle enfadado, Padre Pio con toda dulzura le contesta:
"No, hijo mío. Las palabras tienen que ser externamente así a veces.¡Si supieras cuánto os quiero a todos!"
Muchos hablan de un Padre Pio que yo no conozco. Un Padre Pio severo, osco y no sé que más. El Padre Pio con respecto mi experiencia personal, es tan bueno como el pan recien hecho, hasta para corregir, ya que conoce lo que hay en cada corazón.
Es un buen hijo de San Francisco y un buen padre de sus hijos espirituales.
Es un buen hijo de San Francisco y un buen padre de sus hijos espirituales.
Te pido Padre Pio, que nos cojas de la mano y como un corro de niños, nos lleves junto a Jesús y María. Y así gozar juntos, de la dulzura y suavidad de sus corazones.
Paz y bien hermanos.
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