EL PADRE PIO A LOS 35 AÑOS.
¡Déjeme en paz!-decía el Padre Pío; pero no era eso lo que se avecinaba. No le dejaron en paz, no, ya tenía las llagas, pero también le crucificaron de mil maneras diferentes: incomprensión, calumnias, mentiras, traición, persecución y aislamiento, completó su calvario. La oración, la obediencia a sus superiores y el completo abandono a la voluntad de Dios, le hizo aceptar todo con paz y perdonar.
Bignami, Gagliardi, Gemelli, compañeros con quien convivía y clérigos del mismo pueblo, fueron sus mayores detractores. En un primer momento por poner en evidencia a los propios clérigos que no llevaban la vida que devieran y en un segundo momento por el dichoso dinero, la codicia amigos, la codicia y la envidia.
Amigos mios, mirad a este hombre, un verdadero crucificado. Él solo queria rezar, rezar, ayudar a los demás y que lo dejaran en paz.
"Yo solo soy un fraile que reza"-decía.
¿Sabemos nosotros afrontar nuestras cruces?
Cuando nos traicionan, nos calumnian o nos tratan como a verdaderos histericos, ¿qué hacemos? ¿Nos apoyamos en nuestras propias fuerzas, o nos apoyamos en Dios? ¿Oramos? ¿Oramos por los que nos crucifican? ¿Qué o quién reina en nuestro corazón?
Padre Pio, tú que te asemejaste tanto a Cristo, nuestro Señor; enséñanos a sobrellevar nuestras cruces y a ayudar a nuestros hermanos a sobrellevarlas.
Paz y bien hermanos.
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