Una efermedad misteriosa le obligó a dejar el convento y buscar el clima y los aires de su "querida Pietrelcina" natal desde los primeros meses de 1909 a febrero de 1916. Fecha en la que se incorporó a la comunidad capuchina de Santa Ana de Foggia. Durante estos años El Señor le irá preparando para la "gran misión".
Años de penitencias, ataques diabólicos y toda clase de fenómenos místicos, hipertermia, coronación de espinas, flagelación y las llagas en septiembre de 1910, que ante sus ruegos insistentes al Señor, permanecieron por unos años invisibles.
"Saludadme la Morgia": con esta expresión acostumbraba a despedirse de sus paisanos que iban a visitarlo a San Giovanni Rotondo, recordando la parte del pueblo que quizás le era la más querida. La "Morgia", es decir la roca, era el emblema de su caracter fuerte, robusto, decidido; era el lugar donde había crecido, al que él había quedado vinculado, fuerte en la fe; era el recuerdo de su pueblo, Pietrelcina, que recordaba "piedra a piedra".
"Nuestro pueblo que debemos llevar en lo profundo del corazón, recibirá del cielo las más deseadas bendiciones".
Y yo, saludé a la "Morgia". Y vosotros, ¿saludareis a la "Morgia"?
Paz y bien amigos.
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