martes, 19 de octubre de 2010

BUSCAR Y HALLAR A DIOS



Un perrillo le dijo a un perro viejo: "Durante un curso de filosofía, aprendí que lo mejor para un perro es la felicidad, y resulta que esa felicidad está en mi cola. Por eso trato de atraparla; en cuanto la atrape, la tendré".
El viejo perro le replicó: "También yo pienso que la felicidad es algo bueno para un perro, y que esa felicidad está en la cola. Pero me he dado cuenta de que, cuando voy tras ella, se aparta de mí; pero cuando marcho a cumplir mi deber, viene detrás de mí".

Constantemente tenemos la tentación de modelar a Dios a nuestra imagen y semejanza. Queremos controlarlo y domesticarlo, dándole -eso sí- un lugar de honor en nuestros corazones, en nuestro hogar...,pero somos nosotros los que nos quedamos en el centro de control. Dios es incontrolable; está más allá de lo que podamos imaginar.

Todos buscamos la felicidad. Y son muchos los que han comprobado que la verdadera felicidad la encontramos sólo en Dios. Este es el don que Dios concede a los que en él confían, le abren sus corazones y le sirven. La felicidad está en una vida centrada en Dios, en dejarle a Dios que asuma el control de nuestras vidas.

Muchas veces, todo lo que Dios nos pide es que nos pongamos, en silencio, ante él. Moderando nuestro afán de estar siempre haciendo cosas por él. A veces, este empeño de estar "haciendo cosas", proviene no tanto de un deseo de hacer su voluntad, como de que vean y oigan lo que hacemos; es más una proyección de nuestra propia imagen buscando la aprobación de los demás, que una actuación de Dios en nosotros. Todo ello nos deja una sensación de insatisfacción, a veces amarga, que afecta a nuestro proyecto de vida.

Dios no nos trata como esclavos o siervos. Somos nosotros los que nos vapuleamos implacablemente y, al hacerlo así, destruimos esa voz tranquila y suave que habla desde el  fondo de nuestro ser.

El trabajo es precioso. El descanso y la paz son necesarios. Pero el escuchar y obedecer a sea voz tranquila y suave de nuestro Creador, supera a todo lo demás, pues no tiene precio.
Paz y bien hermanos

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