A los ocho primeros se habían agregado Bárbaro, Juan de San Constanzo y Bernardo de Vigilante. Reunidos en la Porciúncula, cada cual contó a Francisco su experiencia y le pidió perdón por las posibles negligencias cometidas. Y así los hermanos siguieron creciendo.
Se planteaban si debían dedicarse a la vida eremítica o al apostolado entre la gente. Este problema no quedó nunca resuelto del todo, y está en la raíz de las futuras divisiones en la Orden.
Cierto día llegó a Rivotorto un campesino con su asno para cobijarse en él y, para evitar que lo echaran, se puso a decir al animal: "entra, que ayudaremos a los hermanos a mejorar este sitio". Eso molestó mucho a San Francisco, pues no era su intención ampliar el lugar, ni estaba dispuesto a permitir que la gente les estorbara su forma de vida. Y, puesto que el grupo seguía creciendo, propuso a sus hermanos buscar una pequeña iglesia donde poder rezar y ser sepultados. Ante la respuesta negativa del obispo y de los canónigos, se dirigieron a los benedictinos del monte Subasio, que les cedieron la iglesia de Santa María de la Porciúncula, la misma que el Santo había deseado tener desde un principio.
No hace mucho, pude leer un artículo en el cual aparecía la siguiente frase: "Hay que evangelizar Europa". Y pensé ¿Es que no está ya evangelizada? ¿Qué ha sucedido? ¿Acaso se nos ha olvidado
de Jesús? ¡Salid hermanos, debemos ser misioneros en nuestro pueblo, en nuestro entorno, en nuestras casas!
¡Trabajad, orad, trasmitid el evangelio, como fuentes de agua viva! ¡La Buena Nueva es para todos, para los que la ignoran y para los que la han olvidado!Predicad con la palabra y el ejemplo; porque si la palabra convence, el ejemplo arrastra.
Paz y bien hermanos.
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