jueves, 11 de noviembre de 2010

A SOLAS CON DIOS



"Una leyenda cuenta que un rey quería preparar a su hijo para que heredara el reino y se lo encomendó a un ermitaño. Éste le envió a la montaña. Al cabo de un tiempo le mandó regresar y le preguntó: ¿qué has escuchado? Escuché -respondió el príncipe- leopardos y tigres. Le dijo el ermitaño: bien, bien, ¡has de volver otra vez! Al tiempo regresó, y de nuevo la pregunta:¿qué has escuchado? Pues he escuchado los jilgueros y el canto de los pájaros y el ruiseñor. Bien, bien, ¡has de volver otra vez! La vez siguiente, a la pregunta ¿qué has escuchado? respondió: he escuchado cómo se abren las flores, cómo sube la savia árbol arriba, he escuchado por la noche la melodía de las estrellas. Y entonces el ermitaño le dijo: muy bien, entonces ya estás preparado para gobernar este reino, porque sólo asi puedes escuchar y gobernar a los hombres de tu reino que no tienen voz por estar esclavizados".

En la vida nos hemos acostumbrado a estar más con los objetos: con un líbro. con una canción, con un icono, con un paisaje; pero ¡qué poco nos hemos acostumbrado a estar con nosotros mismos!
Y no digo con nuestras ilusiones, recuerdos o fantasías, no, se trata de ir más allá para estar con uno mismo, con esa verdad interior, con esa presencia íntima de Dios que está en lo hondo de nuestro ser revelándonos nuestra verdad, Por eso, esta verdad o este silencio no nos separa de los demás, más bien es el encuentro. Una verdadera oración es el reencuentro con uno mismo y el reencuentro con los demás.
Paz y bien hermanos.

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