Una curiosa salió temprano, una mañana,en busca de Dios. Llegó al pie de una torre tan alta, que parecía que besaba el cielo. Una voz la invitó a entrar, y ella empujó la puerta y miró en la oscuridad. Arriba, había una luz suave que dejaba entrever una escalera en espiral.
Resuelta y atrevida, y confiando an el Señor, empezó a subir. Peldaño tras peldaño, subía más y más. La torre parecía no tener fin. La duda y la ansiedad entorpecían sus pasos. En su corazón, la esperanza dejó paso al miedo. ¿No sería mejor volverse atrás?
Se detuvo, ya dispuesta a bajar. Apenas echó abajo su pie, se llevó el susto de su vida. Debajo no había escalones.
Entonces se dió cuenta de que, a cada paso que había dado hacia arriba, el escalón de abajo se había caido dejando un vacío.
Volvió, otra vez, a mirar hacia arriba. La luz seguía invitándola, pero la escalera parecía sin fin...
Porque yo, el Señor, tu Dios, te agarro de la mano y te digo: "No temas, yo mismo te auxilio". (Isaias 41,13)
Paz y bien hermanos
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