viernes, 14 de noviembre de 2025

TESTIMONIO VICTIMA DE BOOLLING ECLESIAL




Escribo esto; para señalar una dificultad pastoral significativa, en mi trayectoria de casi 20 años como laica comprometida, y que afecta la salud de muchas comunidades: el abuso de poder y maltrato psicológico/espiritual, frecuentemente catalizado por diferencias en la línea teológica.

Este maltrato es sutil, no deja marcas físicas, pero destruye la fe y la confianza. Se manifiesta a través del juicio, etiquetado y una oposición pasiva donde, sin negar las iniciativas (otras veces sí), se les niega todo apoyo. Iniciativas laicales genuinas (como grupos de oración o estudio bíblico) que no se alinean con la visión ideológica dominante.

El desprecio y la indiferencia intencionados desgastan y destruyen. La víctima es etiquetada como "rebelde" o "inmadura", se la culpabiliza, se le hace el vacío y, finalmente, se va (no es echada explícitamente), con su fe seriamente herida.

La raíz de este problema es una cultura clericalista que impregna a ministros ordenados y laicos, buscando imponer el control sobre la comunión.

Para prevenir esta pérdida de almas y talento, y avanzar hacia la misión de ser un verdadero hospital de campaña para la sociedad, propongo:

  1. Se reconozca y aborde el abuso espiritual como una forma real y dañina de maltrato.
  2. Se implemente formación sobre  la ética del poder y prevención del abuso psicológico para todo el clero y líderes laicos.
  3. Se establezca un canal de acogida y escucha de las víctimas de esta dinámica, iniciando un camino de acercamiento y curación de las personas heridas en la Iglesia.

Es urgente construir la unidad en la diversidad de carismas, sin confundirla con la uniformidad

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