viernes, 14 de noviembre de 2025

EL LAICO HA DE INSTRUIRSE PARA NO CAER EN EL CLERICALISMO, NI EN EL ABUSO DE PODER.

 


EL LAICO HA DE INSTRUIRSE PARA NO CAER EN EL CLERICALISMO Y EL ABUSO DE PODER

El Papa Francisco ha insistido mucho en que el clericalismo es un gran mal para la Iglesia, y se refiere a una actitud que confunde la autoridad con el poder, donde el clero (sacerdotes, obispos) se siente superior y el laico se reduce a un mero ejecutor pasivo, o en el caso de laicos "clericalizados", a imitar esas actitudes de superioridad o de sentirse una élite.

Cuando el Papa dice que el laico ha de "instruirse" para no caer en el clericalismo y el abuso de poder, se refiere a varios aspectos clave:

1.     Conocimiento de su vocación y misión: Instruirse significa conocer y comprender profundamente lo que significa ser laico en la Iglesia según el Concilio Vaticano II: que son parte del "Pueblo de Dios", que tienen una dignidad y una misión propia por su bautismo, y que no son simplemente "ayudantes del cura", sino que deben ser protagonistas en el mundo y en la Iglesia.

2.     Formación teológica y doctrinal: Adquirir una sólida formación en teología, doctrina social de la Iglesia, y Sagrada Escritura. Un laico bien formado es menos propenso a aceptar acríticamente todo lo que le diga un clérigo y es capaz de discernir y actuar con criterio propio.

3.     Conciencia de corresponsabilidad: Instruirse para entender que la Iglesia es una comunión de bautizados donde todos son responsables, y no una estructura piramidal donde solo el clero manda. Esta conciencia les permite exigir, de manera constructiva, la sinodalidad y la participación real.

4.     Madurez en la fe: Desarrollar un sentido crítico y una fe madura que les permita denunciar y rechazar el abuso de poder y el clericalismo (incluso si viene de otros laicos que quieren imitar al clero), actuando desde su propia vocación de servicio y no desde una ansia de "ser como el sacerdote".

En resumen, instruirse significa para el laico adquirir el conocimiento y la conciencia de su propia e inalienable dignidad y misión bautismal, para no ser ni un súbdito pasivo del clero ni un imitador de sus peores defectos.

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