sábado, 2 de abril de 2011

GUÍAME, SEÑOR


Guíame, Señor.
Guíame, Señor, mi luz,
en las tinieblas que me rodean,
¡guíame hacia delante!

La noche es oscura
y estoy lejos de casa:
¡Guíame tú!
¡Dirige Tú mis pasos!
No te pido ver claramente
el horizonte lejano:
me basta con avanzar un poco...

No siempre he sido así,
no siempre te pedí que me guiases Tú.
Me gustaba elegir yo mismo
y organizar mi vida...
pero ahora, ¡guíame Tú!

Me gustaban las luces deslumbrantes
y, despreciando todo temor,
el orgullo guiaba mi voluntad:
Señor, no recuerdes los años pasados...

Durante mucho tiempo
tu paciencia me ha esperado:
sin duda,
Tú me guiarás por desiertos y pantanos,
por montes y torrentes
hasta que la noche dé paso al amanecer
y me sonría al alba el rostro de Dios:

¡tu Rostro, Señor!



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