Mosaico de la Iglesia de San Pío de Pietrelcina en San Giovanni Rotondo titulado:
"La paternidad del Padre Pío. Los grupos de oración".
Soy hija de padres católicos practicantes, educada en colegio de
religiosas. Desde ni más tierna infancia el tiempo libre lo disfrute en el
Movimiento Junior, fueron años muy felices. Sin embargo; en mi interior
sentía que algo faltaba. Me habían enseñado que Dios era mi amigo y que a los
amigos y conocidos había que amarlos, pero sentía que faltaba algo que no me habían
enseñado.
Me dijeron que Dios está en todas partes y que está en mis semejantes; sin embargo, deseaba sentir su presencia,
comunicarme de una manera más real con Él.
En aquel entonces, no se ponía mucho interés en afirmar que Cristo esta
auténtica y realmente presente en la Eucaristía; a muchos de nosotros nos
enseñaron que era más un símbolo.
Busque en otras partes, conocí
cristianos no católicos muy fieles a sus creencias, pero deduje que ninguna religión es
perfecta. Las distintas iglesias están
formadas por personas imperfectas.
Así pasaron unos años de mi vida.
De vez en cuando, mantenía alguna charla sobre temas espirituales con un amigo
de mi juventud; con el que compartía las mismas inquietudes. Nos
prestábamos libros y comenzamos a conocer el mundo de Internet. Allí descubrimos
la posibilidad de conectar con personas de inquietudes similares a las nuestras.
En una ocasión, rondaría el año 2006-2008, mi amigo me prestó un libro de la vida de un
santo: “El Padre Pío”. Yo no había oído hablar nunca de él. Recuerdo que mientras leía, pensaba que era
increíble, era tanto y tan grande todo lo que vivió y sufrió, que me hizo
comprender con total veracidad los evangelios de Nuestro Señor Jesucristo, con
todo su sentido, como nunca me lo explicaron, era real y no esas cosas que
me dijeron; “que la mayoría eran alegorías, simbolismos”.
Pero, ¿Quién creería hoy, en esta
sociedad materialista, lo que le ocurrió a este santo Capuchino?
Sin embargo; era lo que yo había buscado siempre. Había encontrado la pieza
que faltaba en mi espiritualidad y me la había regalando con su vida el Padre Pío.
Poco a poco fue tomando mayor sentido el poder de la oración. La oración
con fe y de corazón que mueve
montañas y es algo que podemos ofrecer a nuestros hermanos. Era tan maravilloso
el regalo que me estaba dando, en todos los aspectos : la alegría de alabar a
Dios , el dar gracias por todo lo que nos ha dado, ver el cielo , las nubes ,
el sol, los arboles , el mar, los animales, ….¡todo es tan grande y tan
maravilloso! ¿Cómo no ser feliz y dar gracias cada segundo de tu vida a Dios?
Padre Pío a su vez, me confirmó la confianza que toda la vida tuve en mi Ángel
Custodio, del cual no podía hablar ni con los amigos que compartían la fe católica;
según ellos, eran cosas de niños.
La Mística, tan poco valorada en mi tiempo, las virtudes, el valor del
sacrificio por amor, el poder de la oración, la cercanía de Dios. La Santísima Virgen,
y los Ángeles. Constatar que los
milagros son reales, y el poder y el amor de Dios es infinito.
Que el amor y la
entrega generosa de un humilde capuchino por sus semejantes, es capaz de romper
las leyes de la naturaleza, surgen los milagros y convierte a miles de personas por el poder de la fe, la oración y el sacramento del perdón.
Entonces fue cuando mi fe en la Trinidad Santísima tomo fuerza, gracias a
la vida de un sencillo Padre Franciscano Capuchino. Su fuerza, su mensaje y su gran fe; llenaron mi espíritu. El Padre
Pio hizo que la fe en Dios, la esperanza en la vida después de la muerte corporal,
el amor a las criaturas de Dios y el creer en el poder de la oración de corazón, aumentaran en
mi alma.
Por otra parte, en referencia a la Iglesia como Institución, me hizo comprender
lo importante de la obediencia y la humildad; virtudes bastante desprestigiadas
hoy en día. Aprendí que Dios construye bien aunque nosotros que formamos la Iglesia, erremos. Aprendí a valorar el ministerio y el poder sacramental que Dios da a
los sacerdotes. Cuanto más leía sobre el Padre Pío mas fe y amor sentía por
todo lo sagrado y mas valoraba nuestra
parte espiritual. Llegó un
momento en que surgió en mi y con mucha fuerza; la necesidad de formar un grupo de oración de
los que el Padre Pio con tanta vitalidad había formado.
Busqué en Internet, sin encontrar a donde dirigirme, ni cómo formar un grupo de oración. Pasaba el tiempo y me
sentía frustrada. Comenté con varias amigas mi gran hallazgo y les hablaba del Padre Pío.
Un día la más mayor de ellas, pero también la más valiente y decidida me dijo:
“Vamos a San Giovanni Rotondo”.
Era mi oportunidad de buscar la información que deseaba en el mismo lugar
donde nacieron los grupos.
Indagué la forma de llegar y no
encontraba aeropuerto para ir en avión hasta allí. Poniéndome en contacto con
una oficina de información, logré lo que necesitaba.
Busque vuelos de Valencia a Roma, busque hoteles, la dirección de la parada
del autobús que lleva de Roma a San Giovanni Rotondo. Lo hablamos las amigas y salimos cuatro hacia “El convento del Padre Pío”.
Era 12 de octubre del 2011 cuando salimos. Fue una verdadera peregrinación,
con oraciones, reflexiones, algún que otro sacrificio, y también mucha alegría
y buen humor. Íbamos las cuatro amigas por nuestra cuenta, solas (por decir
algo), pero, todo nos salió perfecto, sabíamos que el Padre Pío nos estaba
ayudando en todo para que llegáramos bien.
Todo salió a la perfección, visitamos el antiguo Convento y la Iglesita, la
Iglesia Santa María de las Gracias y la nueva, enorme y maravillosa Iglesia de San Pío de
Pietrelcina, que se construyo después de su muerte.
No voy a dar detalles de todo lo que se siente, al recorrer los mismos
lugares donde vivió durante 52 años mi amado Padre Pío; visitar su habitación, el coro donde recibió
los estigmas, el confesionario donde pasaba tantas horas…Visitamos la gruta Santuario
del Arcángel San Miguel, situado a unos 20 km de San Giovanni Rotondo, como el
Padre Pio siempre aconsejaba.
El último día de estancia, buscamos la casa de los grupos de oración del
Padre Pio, donde nos dieron toda la información, estatutos de los grupos de oración,
revistas etc.,
Una vez de vuelta, satisfecha de haber conseguido mi objetivo, me encontré
sola, no tenía a nadie para formar el grupo de oración. Pensé que lo primero
sería, buscar un director espiritual. Hable con las Hermanas Clarisas del
convento de La Vall D’Uxo, ellas me dieron información de personas que podrían
estar interesadas en formar parte del grupo.
Me aconsejaron cómo tenía que
dirigir la elección del padre espiritual, y me ofrecieron la Iglesia del Convento para hacer las
reuniones de oración. Poco después, me
dieron el teléfono del Padre Elías Cabodevilla para que me asesorara.
Seguía sin encontrar miembros de apoyo para formar el grupo, mis amigas no
querían comprometerse y no encontraba el padre espiritual adecuado.
Habían pasado ya varios meses y seguía estando sola. Mientras tanto yo
estaba a punto de celebrar mi Profesión en la Orden Franciscana Seglar. Al fin, mis amigas se animaron a ayudarme para
formar el grupo; eran tres y después se unió una cuarta.
El padre Elías, nos envío material, estampas, revistas, libros y la
película del Padre Pio en CD. También los temas que él daba para que nos sirvieran
de guía. Se volcó para ayudarnos en todo lo que pudo y hasta se ofreció a darnos una charla cuando le invitáramos.
¡¡Siento tanto haberle dicho que cuando el grupo estuviera más asentado,
que lo llamaríamos!! Él ya no pudo
venir, espero que nos acompañe cada vez que nos reunimos a orar, no pude
conocerlo personalmente, solo por teléfono
y siempre me atendió, con cariño, sencillez, me aconsejó y guió siempre prestándose a todo lo
que pudiera necesitar.
El día de mi profesión, el Padre Pío quiso presentarme al director del grupo, fue un gran regalo.
El mismo sacerdote que nos daba la
formación franciscana, era el que celebraba la Misa el día de mi profesión; el
padre Wenceslao.
Al finalizar la Misa nos dijo que debíamos rezar mucho. En ese momento, le comenté que casi tenía todo para formar un
grupo de oración del Padre Pío. El padre Wenceslao se quedó sorprendido y me dijo: “Hace tiempo que llevo buscando formar un grupo de oración del Padre Pío”.
A lo que yo respondí: “Lo que me faltaba
era el director espiritual”.
Así fue que completamos el equipo, y
empezamos con el material que teníamos del padre Elías y con el que
confeccionamos nosotros mismos. La primera reunión de oración se hizo el primer
lunes del mes de febrero del año 2012. Hoy
primer lunes de mes día 2 de febrero del año 2015, hemos celebrado el
tercer aniversario del grupo de oración.
Doy gracias a Dios por el regalo de haber
conocido a nuestro amado Padre Pío. Tengo plena confianza en que Dios y el Padre Pío nos sigan acompañando,
iluminando y guiando, que nuestras oraciones sean bien acogidas por
Dios, nuestras alabanzas suban al Cielo como el
incienso y que podamos dar buenos
frutos al mundo.